Benedicto XVI pide perdón por curas pedófilos


Con la cruz en la mano, el papa Benedicto XVI celebró una misa en la Plaza de San Pedro con unos 15 mil sacerdotes, en el fin de año sacerdotal de la Iglesia Católica. AFP PHOTO / Tiziana Fabi

El papa Benedicto XVI pidió hoy por primera vez en público «perdón» por los abusos cometidos por curas católicos contra niños al clausurar en la plaza San Pedro un difí­cil año sacerdotal, marcado por los escándalos de pedofilia en la Iglesia.


«Imploramos insistentemente perdón a Dios y a todas las personas afectadas, y prometemos hacer todo lo posible para asegurar que ese tipo de abusos nunca más puedan ocurrir», clamó el Papa ante unos 15.000 sacerdotes, monjas y religiosos provenientes de todos los continentes, congregados en la enorme explanada.

«Ha ocurrido que en este año de alegrí­a para el sacramento del sacerdocio salieron a la luz los pecados de los sacerdotes, y en particular los abusos contra niños», reconoció el Papa durante la misa solemne concelebrada bajo un sol ardiente con un elevado número de cardenales y obispos.

En su homilí­a, el pontí­fice prometió que se «hará todo lo posible para examinar la autenticidad de la vocación» de los futuros sacerdotes y aseguró que «los acompañaremos aún más en su camino, para que el Señor los proteja y los custodie en las situaciones dolorosas y en los peligros de la vida».

«Así­, consideramos lo ocurrido como una tarea de purificación», subrayó.

El jefe de la Iglesia católica advirtió de todos modos que la institución «usará la vara del pastor», para proteger a sus sacerdotes de «los farsantes», de las «desorientaciones» y del falso amor.

«Hoy vemos que no se trata de amor, cuando se toleran comportamientos indignos de la vida sacerdotal», subrayó Benedicto XVI, al rechazar claramente la actitud de algunos cardenales y jerarcas de la Iglesia católica por haber encubierto por décadas a los curas pedófilos.

El pontí­fice alemán, que ha sido acusado inclusive personalmente de haber callado un caso hace más de tres décadas cuando era arzobispo en Alemania, optó por la tolerancia cero contra los curas pedófilos tras estallar a inicios del año una serie de escándalos en Irlanda.

El «mea culpa» del Papa tiene un particular valor al haber sido pronunciado ante miles de sacerdotes venidos de los cinco continentes, quienes padecen en primera persona la desafección y sospecha de la opinión pública.

Entre los religiosos que acudieron a la enorme explanada, la mayorí­a vestidos de blanco, figuraban numerosos latinoamericanos.

«Ha sido un año difí­cil, pero también de reflexión. Los escándalos, lo que se ha escondido por años, a muchos nos ha dejado sorprendidos, incrédulos. La tentación y la coherencia resultan pues más actuales que nunca», comentó a la AFP un religioso colombiano.

Los escándalos por los abusos a menores estallaron primero Irlanda, tras la divulgación a finales del año pasado de dos informes oficiales y se han extendido a Alemania, Austria, Italia, Holanda, Bélgica, además de Estados Unidos y varios paí­ses de América Latina.

En mayo pasado, durante su viaje a Portugal, Benedicto XVI reconoció ante los periodistas que lo acompañaban en el vuelo papal, que la mayor persecución que sufre la institución no viene de los enemigos de «afuera» sino de sus «propios pecados» y reiteró que los culpables deberán responder «ante Dios y la justicia ordinaria».

Por los escándalos, el Papa inició una renovación gradual de la Iglesia con la sustitución de cuatro obispos en Irlanda y tomó medidas como nombrar a un delegado especial para controlar directamente la congregación Legionarios de Cristo, cuyo fundador, el mexicano Marcial Maciel, fue acusado de abusos sexuales.

CELIBATO El mejor antí­doto


El papa Benedicto XVI defendió anoche el celibato de los sacerdotes, un acto de fe «a menudo considerado como un escándalo en un mundo sin Dios» y que sin embargo es, dijo, «el mejor antí­doto» contra el pecado, en aparente referencia a los escándalos pedófilos.

«En un mundo en el que Dios está ausente, el celibato es un gran escándalo (…) que debe desaparecer», declaró el Papa, en respuesta a una de las preguntas planteadas por uno de los 15.000 sacerdotes reunidos en la Plaza de San Pedro para una vigilia celebrando el fin del año sacerdotal.

Sin embargo, dijo el Papa, ser sacerdote «no es un empleo, sino un don total de sí­ mismo», y el celibato es «el mejor antí­doto contra otros escándalos provocados por nuestras insuficiencias de mortales.

«Sabemos que hay otros escándalos, secundarios, que oscurecen el testimonio de fe de los sacerdotes. Oremos para que el Señor nos libere de esos escándalos», añadió Benedicto XVI, que encabeza la Iglesia Católica en momentos en que ha sido sacudida durante meses por una cascada de revelaciones de abusos sexuales contra niños cometidos por miembros del clero.

Estos escándalos han llevado a algunos, incluso en las filas de la Iglesia, a cuestionar la obligación del celibato para los sacerdotes.

La crí­tica del celibato sacerdotal «puede sorprender en un momento en que no casarse está cada vez más de moda», dijo Benedicto XVI, que subrayó que «un sí­ definitivo, para entregarse a Dios, es el sí­ definitivo del matrimonio, forma natural de la unión entre un hombre y una mujer, y fundamento de la cultura cristiana en el mundo».

Si el matrimonio llegara a desaparecer, «desaparecerí­an las raí­ces de nuestra cultura», declaró.

Tras la vigilia de oración del jueves, durante la cual algunos sacerdotes fueron autorizados a plantear por adelantado sus preguntas al Papa, el año sacerdotal, que debe reavivar las vocaciones sacerdotales y fue promulgado en 2009 por Benedicto XVI con motivo de 150mo aniversario de la muerte del Cura de Ars, será cerrado el viernes con una Misa celebrada por el Pontí­fice.

En esta ocasión, alrededor de 15.000 sacerdotes llegados de todo el mundo, según el Vaticano, hicieron el viaje a Roma, en particular para «apoyar públicamente al Santo Padre», acosado por los escándalos de pedofilia.