Benedicto XVI impone su propio estilo tras renovar la Curia Romana


El Papa Benedicto XVI recibe el saludo de un obispo, durante una actividad en la Plaza de San Pedro en Vaticano. FOTO LA HORA: AFP ANDREAS SOLARO

La ola de nombramientos y cambios en la Curia Romana anunciada esta semana por el papa Benedicto XVI denota la voluntad del pontí­fice alemán de imponer su propio estilo para cambiar el funcionamiento interno de la Iglesia, sacudida por los escándalos de pedofilia.


«Quiere imponer su estilo, basado en el rigor y la transparencia, porque se dio cuenta de que la crisis causada por los escándalos de pedofilia corre el riesgo de afectar por mucho tiempo la tarea de evangelización», comentó el vaticanista Bruno Bartolini.

Para Giancarlo Zizola, otro experto en asuntos de la Santa Sede y autor de varios libros de teologí­a, «el intelectual tí­mido descendió de su torre de marfil y muestra ahora una gran determinación».

La misma firmeza con la que actuó al aceptar la renuncia de varios obispos por encubrir casos de pedofilia y al decidir enderezar la influyente congregación mexicana Legionarios de Cristo frente a las graves acusaciones de abusos sexuales cometidos por su fundador Marcial Maciel.

«Busca reafirmar la identidad de la Iglesia porque la estrategia de llegar con pequeños pasos a la sociedad no ha dado resultados», comentó Zizola al subrayar que el pontí­fice «quiere cambiar sobre todo la manera de funcionar» de la Iglesia.

Para imponer su propio estilo dentro de la Curia Romana, en cuyos pasillos se ha maquinado por siglos el poder terrenal de la Iglesia, Benedicto XVI nombró a personas de confianza, con las que tiene afinidades intelectuales, reconocen tanto Zizola como Bartoloni.

Es el caso del arzobispo de Quebec, el cardenal Marc Ouellet, de 68 años, quien dirigirá la poderosa Congregación para los Obispos y remplaza al cardenal italiano Giovanni Battista Re, de 76 años, nombrado por Juan Pablo II en el 2000.

«La Congregación para los Obispos falló notablemente ante la crisis por la pedofilia», sostiene Zizola, al recordar que muchos encubrieron casos o estaban involucrados.

La elección del suizo Kurt Koch, de 60 años, para el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, también cumple con esos requisitos, es un teólogo ortodoxo que proviene del mundo académico.

En efecto, los dos prelados son cercanos a la revista Communio, cofundada por el entonces Joseph Ratzinger, actual Benedicto XVI, y como él tienen una formación en teologí­a.

«Provienen de la misma cultura y ocupan puestos que en general desempeñaban diplomáticos o italianos», sostiene Zizola.

Menos evidente, debido a las fricciones registradas en otros campos, es la designación de monseñor Rino Fisichella, de 58 años, para dirigir el recién creado «ministerio» de la evangelización en los paí­ses católicos amenazados por la secularización de la sociedad.

Fisichella, entre los eclesiásticos más mediáticos, conocido por haber aceptado participar en un programa de televisión sobre la pedofilia dentro de la Iglesia, llegó inclusive a criticar al obispo de Recife (Brasil) por haber excomulgado a la madre y al equipo médico que aplicó el aborto a una niña de nueve años encinta tras una violación.

Esa posición, contraria a la decisión aprobada por el cardenal Re, fue criticada inclusive por otros miembros de la Academia Pontificia por la Vida, que dirigí­a en ese momento.

El nuevo equipo del Papa es además relativamente joven, de manera que permanecerán en sus cargos por un buen tiempo, lo que garantiza una continuidad.

En cinco años de pontificado, Benedicto XVI ha cambiado al 80% de los llamados ministerios del Vaticano.

Para Zizola, las nuevas decisiones del Papa representan «un paso más» en el camino para lograr una reforma de la Curia Romana, que muchos consideran necesaria ante los profundos cambios de la sociedad.

Sin embargo, estima que son insuficientes, ya que no cumplen con los objetivos fijados por el Concilio Vaticano II (1962-1965), que Juan Pablo II tampoco tuvo el coraje de realizar y que resume en tres: «reducción de la Curia, descentralización del poder y gobierno colegial de la Iglesia».