Llegamos a una nueva celebración de la Navidad cuando los cristianos del mundo nos preparamos para conmemorar el nacimiento del Niño Jesús que marcó un enorme hito en la historia de la Humanidad. En Guatemala vivimos momentos muy especiales y difíciles porque estamos cosechando el producto de años enteros de descuido y desinterés en los asuntos públicos, dejando en manos únicamente de los políticos las grandes decisiones nacionales y marcando con nuestra indiferencia la falta de espíritu cívico.
Hay hasta un adagio que apunta a que los seres humanos siempre creemos que todo tiempo pasado fue mejor y que nos hace quejarnos de nuestro presente y de las perspectivas de futuro, pero en las condiciones de hoy en Guatemala tenemos que asumir que realmente vivimos en medio de una crisis que hemos ido labrando los ciudadanos porque nos hemos desentendido de nuestra responsabilidad para ser parte de la conducción de la cosa pública en un sistema democrático que se tiene que nutrir con la participación de todos.
Generalmente recurrimos al recurso de culpar a los políticos de los desastres y de la mala situación que se vive en un momento determinado, pero en el fondo tenemos que entender que los políticos han llegado a donde nosotros los hemos dejado llegar. Si son corruptos es porque de alguna manera apañamos o toleramos su corrupción y si son sinvergí¼enzas y los dejamos actuar, se sienten a sus anchas para hacer micos y pericos.
No exculpamos, desde luego, a quienes se han encumbrado en posiciones oficiales para dirigir los destinos del país y han abusado de esa indiferencia de la población guatemalteca. Pero hoy, en estos momentos de reflexión, tenemos que asumir todos los ciudadanos nuestra propia cuota de responsabilidad para entender que lo que sufrimos hoy, especialmente en términos de violencia y corrupción, no es casual ni producto de la naturaleza, sino del descuido y desinterés que como ciudadanos hemos tenido por la cosa pública.
Podrá pensarse que poco tiene esto que ver con la fiesta navideña, pero creemos que siendo un momento de reflexión espiritual, de cercanía con Dios, estamos obligados a pedirle que nos dé la claridad y entereza para asumir nuestro papel de ciudadanos y ser nosotros los actores de la vida nacional, limitando nuestra representación delegada en los políticos que terminaron abusando de la confianza y de nuestra falta de compromiso. Pedirle hoy ante el pesebre al Niño Dios que nos ayude a tener la firmeza y determinación de entender que el futuro del país está en nuestras manos y que seremos nosotros y no alguien más, quien cambie a Guatemala.