Bélgica se dota finalmente de un gobierno


Guy Verhofstadt (I) recibe de parte del Rey Alberto II, el mandato como primer ministro de Bélgica.

Tras seis meses de parálisis polí­tica, Bélgica se dotó hoy de un gobierno de transición dirigido por el saliente primer ministro Guy Verhofstadt, a cargo de los asuntos más urgentes, aunque el conflicto entre flamencos y francófonos sigue sin resolverse.


Verhofstadt y sus 13 ministros prestaron juramento ante el rey Alberto II hoy por la mañana, dos dí­as después de la conclusión de un acuerdo por parte de cinco partidos polí­ticos para poner fin, al menos en forma provisoria, a la crisis iniciada con las elecciones legislativas del pasado 10 de junio.

El compromiso llegó en ví­speras de Navidad, luego de que los belgas reclamasen con insistencia el final de los enfrentamientos entre los dirigentes de las dos comunidades del paí­s por las reivindicaciones de una mayor autonomí­a de Flandes (norte, de lengua holandesa) frente a Valonia (sur, francófona).

Verhofstadt, de 54 años, que lideraba desde junio un gabinete a cargo de «asuntos corrientes», habí­a sido convocado por el rey a principios de diciembre tras el fracaso de su rival cristiano-demócrata flamenco, Yves Leterme, para formar una coalición de centro-derecha.

En 17 dí­as, Verhofstadt logró reunir en torno de un programa transitorio a los partidos cristiano-demócratas y liberales, flamencos y francófonos, y al partido socialista francófono.

Este gobierno, que teniendo en cuenta el fracaso previo de Leterme batió el récord de duración para su formación, deberá tomar medidas de emergencia, por ejemplo para mejorar el poder de compra.

El nuevo gabinete debe lanzar además una negociación sobre una amplia reforma institucional destinada a acordar más competencias a las regiones, con el objetivo de apaciguar las tensiones entre flamencos (60% de los 10,5 millones de belgas) y francófonos (40%).

Guy Verhofstadt deberí­a obtener el voto de confianza de la Cámara de Diputados el domingo.

Varios ministros del equipo saliente conservan su carteras en el nuevo equipo, entre ellos el canciller Karel De Gucht y el titular de Finanzas, el liberal francófono Didier Reynders.

Los socialistas de Valonia, vencidos en junio, obtienen finalmente responsabilidades (asuntos sociales, jubilaciones, medio ambiente), que deberí­an permitirles imprimir su marca.

Pero la principal novedad es el regreso al poder de los cristiano-demócratas, en las oposición desde 1999.

Yves Leterme, su jefe en Flandes y gran vencedor de las elecciones en junio, obtiene el Ministerio de Presupuesto, su primera cartera a nivel nacional.

Leterme está encargado de pilotear el lanzamiento de la reformas de las instituciones reclamadas por Flandes, para lo cual dirigirá un grupo de trabajo, abierto a la oposición con excepción de la extrema derecha, para examinar eventuales transferencias de competencias a las regiones.

Guy Verhofstadt

Eclipsado por una dura derrota electoral en junio, el liberal flamenco Guy Verhofstadt ha hecho un retorno inesperado a los primeros planos como el hombre providencial de una Bélgica sumida en una grave crisis, lo que podrí­a relanzarlo para un puesto europeo de importancia.

A los 54 años, este flamenco oriundo de Gante (norte de Bruselas) es considerado como «el polí­tico más importante de su generación», según el diario de lengua holandesa De Standaard.

«Pre-jubilado» de la vida polí­tica desde hace seis meses, Verhofstadt tomó hoy las riendas de un nuevo gabinete a cargo de las cuestiones urgentes del paí­s, antes de pasar la posta a su rival cristiano-demócrata Yves Leterme, a más tardar el 23 de marzo de 2008.

Apodado «el gran azul» (una alusión a su altura y el color de su partido), Guy Verhofstadt pasea desde hace más de 20 años su aspecto de eterno adolescente en las esferas del poder, forjándose una reputación de europeo convencido. Su último libro se titula «Los Estados Unidos de Europa».

Hoy aparece como el salvador de un paí­s que estaba inmerso en una crisis aparentemente sin salida.

Ministro del Presupuesto a los 32 años, en 1985, defendí­a por entonces ideas muy neoliberales, lo que le valieron el apoyo de «baby-Thatcher».

Enviado a la oposición dos años más tarde, estuvo más de una década en las sombras.

Cuando regresó al poder, en 1999, esta vez como Primer Ministro, se distinguió despenalizando la eutanasia y autorizando el matrimonio homosexual, así­ como apaciguando las diferencias entre flamencos (60% de la población) y francófonos (40%).

Para lograr esto, su legendario «voluntarismo» no siempre bastó, y tuvo que evitar ciertas cuestiones muy controvertidas, como los derechos electorales de los francófonos de la periferia flamenca de Bruselas.

Esta moderación fue explotada del lado flamenco por el nuevo lí­der de los cristiano-demócratas, Yves Leterme, que superó ampliamente en las legislativas del 10 de junio al «Número Uno», otro sobrenombre del primer ministro.

Pero los seis meses consagrados en vano por Leterme para intentar formar un gobierno le dieron la oportunidad de volver a principios de diciembre.

En dos semanas, «con su carisma y su fuerza de convicción, logró convencer, tranquilizar, reunir a hombres y mujeres que parecí­an irremediablemente enfrentados», señaló con admiración esta semana el diario La Libre Belgique.

«Uno entra en su oficina y él lo bombardea con palabras, utilizando todos los trucos: persuadir, argumentar, jugar con los sentimientos, suplicar, pedir, decir que es una oferta que no se puede rechazar… todo vale», explicó el presidente de un partido flamenco.

«Dios creó el mundo en siete dí­as. No era fácil, pero no es nada con respecto a la gran obra de Guy Verhofstadt. En 17 dí­as, construyó un gobierno belga», afirmó también con admiración el diario flamenco Het Laatste Nieuws.

Este éxito puede permitir, según la prensa belga, impulsar a Verhofstadt a aspirar nuevamente, dentro de unos meses, a una función europea, luego de no haber podido convertirse en presidente de la Comisión Europea en 2004 por el veto del entonces primer ministro británico Tony Blair.