Bélgica inaugura su primer museo dedicado a Hergé


El museo fue creado en honor de Hergé (Georges Remi), creador de Tintin.

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<p>Veintiséis años después de su muerte, Bélgica rinde homenaje al dibujante Hergé, con la inauguración de un museo dedicado a su personaje fetiche, el reportero Tintí­n, creado en 1929 y desde entonces héroe de generaciones enteras de amantes del cómic.</p>
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A partir del 2 de junio, los fans de George Remi -el verdadero nombre de «Hergé», que es la pronunciación de sus iniciales «R.G.» en francés- podrán visitar el museo en forma de barco, situado en la ciudad universitaria de Lovaina La Nueva (Valonia, a 20 km al sureste de Bruselas).

Unido por una pasarela de madera de 75 metros con la gran plaza de Lovaina, su creador, el arquitecto francés Christian de Portzamparc, ha querido «recrear el mundo encantado» del aventurero Tintí­n, «en un gran barco encallado al borde del bosque».

En esa nave del recuerdo, los visitantes descubrirán todo tipo de documentos -desde las planchas originales de sus dibujos hasta fotos, pelí­culas y detalles biográficos- de «la obra y la vida» de un dibujante que encandiló con las aventuras de Tintí­n a al menos tres generaciones.

En los 2.000 m2 del museo, repartidos en dos pisos, se expondrán los tesoros de la Fundación Hergé para mostrar todas las facetas de este «artista del siglo XX»: sus otros personajes además de Tintí­n, su relación con la ciencia y los mundos exóticos, así­ como las influencias que le marcaron.

El museo recoge todas las etapas de la vida del dibujante, sin exceptuar su controvertida colaboración con el diario Le Soir, controlado por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, pero también sin «echar leña al fuego», como explicó el lunes uno de los grandes especialistas en la obra de Hergé, Philippe Godin, también «co-creador» del edificio.

Con su originalidad y su diseño, este último es el justo «envoltorio» para una obra de la importancia de la de Hergé, que hizo del cómic un arte con mayúscula.

Así­, en su exterior, el museo tiene algo de mariposa. En el interior, cuatro islotes separados con muros en pendiente o en curva y pintados con colores pasteles sirven de marco al atrio central. El conjunto está unido por pasarelas y tiene una excepcional luminosidad gracias a dos gigantescos ventanales.

Su visita empieza por el segundo piso, al que se accede por un ascensor situado en un pilar blanco y negro.

«No me gustan los laberintos oscuros. Por eso se pasa de algunas salas a otras a través de pasarelas suspendidas en el atrio», explica Portzamparc.

En un primer momento, Fanny Rodwell, la viuda de Hergé y que ha financiado los 15 millones de euros que ha costado el museo, querí­a que éste hubiera estado en Bruselas, la ciudad a la que su marido siempre estuvo muy unido.

Pero su instalación en Lovaina La Nueva no es un problema para su director, Laurent de Froberville, que tiene el objetivo de lograr, «a largo plazo, los 200 mil visitantes por año».

Visite en Internet

www.museeherge.com