La ciudad de Belén, evitada por los turistas desde que comenzó la segunda Intifada, en 2000, se dispone este año a recibir nuevamente a decenas de miles de peregrinos para una Navidad calificada de «maravillosa», la primera en mucho tiempo.
«Tenemos esperanzas de que siga reinando la tranquilidad. Estoy seguro de que tendremos una Navidad maravillosa», afirma optimista Victor Bartaseh, el alcalde de esta ciudad de Cisjordania donde el Nuevo Testamento sitúa el nacimiento de Jesús Cristo.
El alcalde espera que este año lleguen entre 30 mil y 40 mil turistas, el doble que el año pasado.
Dadas las tasas actuales de ocupación, Bartaseh cree que las 2 mil camas de hotel de Belén estarán reservadas para Navidad, después de varios años de caída del turismo en Cisjordania a causa de la violencia israelo-palestina.
El 27 de noviembre pasado en Annapolis (Estados Unidos), los israelíes y los palestinos reanudaron oficialmente sus negociaciones de paz, paralizadas durante siete años a causa de la ola de violencia que dejó unos 6 mil muertos, arruinó la economía de Cisjordania y empujó al exilio a muchos de sus habitantes.
Sin embargo, los turistas vuelven, señala Bartaseh, debido a los esfuerzos de paz y a la disminución de la violencia, así como a las iniciativas tomadas por las iglesias para favorecer el turismo hacia uno de los lugares más santos del cristianismo.
«Ya estamos viendo los resultados, dijo alborozada Haya Saad, de 27 años, directora comercial del Hotel Intercontinental de Belén, el único «cinco estrellas» de la ciudad, cuyas 250 habitaciones están reservadas.
Este año, el hotel duplicó su tasa de ocupación durante las fiestas gracias al incremento de la demanda de los peregrinos procedentes de Extremo Oriente y de Europa del este.
Hace apenas dos meses, militares israelíes irrumpieron en el hotel Intercontinental, siguiendo a un palestino que les había lanzado piedras, recuerda Haya Saad. «Pero las cosas están mucho mejor que antes», explica.
Sin embargo, basta apartarse de las avenidas inundadas de adornos de Navidad y entrar en las callejuelas olvidadas por los peregrinos para hundirse nuevamente en la miseria cotidiana de Belén, donde la tasa de desocupación supera el 50%.
La ciudad se encuentra ahora separada de Jerusalén por la barrera de seguridad construida por Israel para protegerse de los grupos armados palestinos.
«Yo no me había dado cuenta de la superficie de las tierras confiscadas ni del impacto del muro sobre la libertad de movimiento de los palestinos», señaló Gareth Hewitt, responsable de una organización caritativa británica. «Están prisioneros», agregó.
El conflicto empujó a escapar a los cristianos, de los cuales actualmente hay entre 15% y 25% en Belén, según las estimaciones. Antes de la creación del Estado de Israel, en 1948, representaban 92% de la población, recuerda Bartaseh.