Batalla para prolongar vida de centrales nucleares


La jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, anunció hoy su intención de prolongar el funcionamiento de las centrales nucleares de la primera economí­a europea, abriendo un frente de batalla polí­tico que corre el riesgo de ser uno de los más difí­ciles de su mandato.


«Necesitamos nuclear y carbón como energí­a de transición. Sé que mucha gente es muy escéptica y crí­tica de la energí­a nuclear y tomo muy en serio esas preocupaciones», dijo el lunes Merkel.

La energí­a nuclear civil será utilizada «el tiempo que sea necesario» para «llegar a la era de las energí­as renovables», agregó.

Se necesitaron doce horas de negociaciones para que Merkel lograra que su gobierno de coalición conservadora-liberal se pusiera de acuerdo y pudiera cumplir una de las promesas electorales hechas a los industriales: postergar la fecha tope (2022) fijada para poner fin a la industria nuclear civil por sus predecesores verdes y socialdemócratas.

El gobierno alemán va a dar a los 17 reactores del paí­s un plazo suplementario de doce años como media, es decir ocho años para los más antiguos, construidos antes de 1980, y 14 para los más recientes.

Con esos nuevos plazos, el reactor nuclear alemán más nuevo, el de Neckarwestheim 2 (suroeste), construido en 1988, cesarí­a de funcionar en 2040, según cálculos de la prensa.

El sector nuclear genera cerca de una cuarta parte de la energí­a que consume Alemania. Las energí­as renovables producen 15% y el resto proviene del carbón o los hidrocarburos.

La discusión fue laboriosa dentro del gobierno. El ministro de Economí­a, Rainer Brí¼derle, pedí­a unos 20 años de prolongación y el de Medio Ambiente, Norbert Rí¶ttgen, no querí­a ni oí­r hablar de más de ocho años.

Otro punto sensible de debate fue la aplicación de un impuesto a los operadores de centrales, que debí­a aportar 2.300 millones de euros por año.

Según el compromiso alcanzado, esa tasa será probablemente limitada a seis años, a pesar de que el ministro de Finanzas, Wolfgang Schí¤uble, querí­a que fue fuese aplicada por tiempo ilimitado.

El impuesto no será la única concesión pedida a las cuatro mayores empresas energéticas de Alemania (EON, RWE, EnBW y Vattenfall), que además tendrán que invertir 15.000 millones de euros en las energí­as renovables.

Las empresas deberán destinar asimismo «sumas considerables» a la seguridad, afirmó el lunes Merkel, en una tentativa de tranquilizar a la opinión pública, mayoritariamente hostil a las centrales nucleares y traumatizada todaví­a por la catástrofe de Chernobyl, ocurrida en la ex Unión Soviética en 1986.

Las organizaciones ecologistas, más populares que nunca en el paí­s, convocaron a manifestar en Berlí­n el 18 de septiembre.

Pero además de las protestas en las calles, Merkel tendrá que hacer frente a la oposición en el Parlamento y en los tribunales.

Su gobierno espera que el proyecto pueda evitar el paso por la Cámara Alta del Parlamento, la Bundesrat, que representa a los estados regionales, donde su coalición perdió la mayorí­a en mayo pasado.

Pero el Partido Socialdemócrata (SPD) y los Verdes ya anunciaron que recurrirán a la justicia, y muchos analistas estiman que el caso podrí­a llegar hasta el Tribunal Constitucional, con un resultado incierto.

De su lado, EON, RWE, Vattenfall y EnBW saludaron en términos casi idénticos la decisión del gobierno, que «muestra claramente que aún necesitaremos durante mucho tiempo la energí­a nuclear», como dijo el presidente de EON, Johannes Teyssen.