Basura televisada


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Es innegable la influencia y penetración de la televisión. Es claramente una herramienta que va troquelando la cultura y los hábitos de nuestras sociedades. Desde que apareció -en Guatemala- su protagonismo es cada vez mayor. Significó un cambio dramático los años 60 al igual que lo fue la radio en el primer tercio del siglo y como también lo es la web a finales de siglo. Los efectos de esos inventos serán evaluados en su justa proporción en las décadas o siglos venideros. Algo así como el actual estudio de los cambios surgidos por la invención de la imprenta, la revolución industrial o la aplicación de la electricidad.

Luis Fernández Molina


La televisión per se no es  buena ni mala; en ese contexto es neutral,  pero significa un gran ingenio de la creatividad humana. El problema radica en el contenido de sus transmisiones. Existe una gama amplísima de programas: deportivos, culinarios, religiosos, documentales y, sobre todo, recreacionales.  Hay plena libertad de escoger los programas que a cada uno interesen. Ello es bueno porque es una forma de proclamar la libertad de expresión y también el derecho de elección. Sin embargo, cuestiono la calidad de muchos programas que vienen enlatados, que al parecer son bien recibidos por la cultura estadounidense, pero no necesariamente de la nuestra.

Algunos canales presentan documentales o series muy interesantes. Lamentablemente cada vez son menos. Por el contrario surgen algunos temas censurables. Por ejemplo, un programa presenta retos de cuánta comida puede una persona puede ingerir; todo un héroe si come cinco pizzas o tres hamburguesas gigantes. Lo plantea como un desafío: el hombre versus la comida. Programa que me parece tan inapropiado en una sociedad en la que mucha gente padece de hambre o tiene serias deficiencias alimentarias. Es casi ofensivo.

El tema central, y siempre repetido, de otro programa es ver cómo matan cocodrilos. Está bien que de alguna manera limiten la población de esos reptiles, pero no está bien que lo presenten como un show. Celebran con gran regocijo cuando disparan desde la lancha a un indefenso cocodrilo que, como no muere, recibe varios disparos de más ¿Dónde están las asociaciones de defensa de los animales? ¿Dónde está el decoro de los seres humanos y el respeto a los animales?

Otro programa se especializa en investigar a supuestos infieles. Los vigilan y persiguen de una forma que sorprende; los graban en video y en audio. Y el cierre de ese circo es cuando la supuesta víctima enfrenta al traidor; aquí se encienden los reflectores para que el gran público goce de ese deplorable espectáculo.  Hay otro programa que es todo un monumento a la estulticia: mil formas de morir, donde presentan casos inauditos de muertes, la mayoría de forma estúpida o muy improbable.

En otro canal, que a veces presentan buenos documentales, les ha dado por presentar casos lamentables de personas con problemas físicos cual si fuera una exposición circense. Exageradamente obesos, o con varias extremidades, o crecimiento anormal de tejidos, gigantes y enanos, etc. Pobrecitos, no creo que sean objeto de curiosidad pública.

Y por último las proyecciones de sexo explícito que están a la mano de cualquier niño. Hoy día se puede bajar por la red material pornográfico. Cierto. Pero no es lo mismo que en los botones del control remoto este a disposición un canal o película de este tipo.  A todo esto el Ministerio de Cultura debería fomentar la producción nacional donde se proclamen nuestros valores y nuestra cultura.