El primer ministro iraquí, el chiíta Nuri al Maliki, viajó hoy a la ciudad de Ramadi para una visita de una fuerte carga simbólica puesto que se trata de la capital de la provincia de Al Anbar, principal bastión de la insurgencia sunita.
«No había vuelto a Ramadi desde 1976, pero quiero a esta provincia y estoy orgulloso de que forme parte de Irak», declaró a la prensa Maliki.
Un diplomático estadounidense calificó este desplazamiento de «histórico».
Maliki, acompañado del ministro del Interior, Jawad al Bolani, se entrevistó con el gobernador de esta provincia al oeste de Bagdad, Mamun al Sami Rachid, en el campo militar «Blue Diamond», que alberga a soldados estadounidenses e iraquíes en la periferia de Ramadi.
«Nos congratulamos de ver al primer ministro en Al Anbar. Esto demuestra que nada es imposible. Se trata de un nuevo ejemplo del proceso de reconciliación» nacional, aseguró el general de los marines John Allen, responsable adjunto de la provincia de Al Anbar del ejército de Estados Unidos.
Maliki y su comitiva llegaron a Ramadi a bordo de dos helicópteros estadounidenses Blackhawk, escoltados por dos aparatos de ataque Apache.
El nuevo comandante en jefe de las fuerzas armadas de Estados Unidos en Irak, el general David Petraeus, es esperado igualmente hoy en Ramadi para entrevistarse con oficiales de su país e iraquíes que combaten a los militantes de Al Qaida en la región.
Más del 35% de las pérdidas humanas entre el ejército norteamericano, de un total de 3.197 militares muertos desde la invasión de Irak en marzo de 2003, se registraron en la provincia de Al Anbar.
Unos 25 mil soldados y marines están desplegados en esta provincia – la mayor del país, pero desértica en gran parte -, a los que se sumarán próximamente otros 4 mil, como parte del plan de refuerzo militar anunciado el pasado enero por el presidente estadounidense, George W. Bush, para Irak.
La situación mejoró considerablemente en los últimos meses en Ramadi, según Estados Unidos, que aplaude la colaboración de los jefes tribales locales.
Reunidos en el seno del grupo «Despertar de Al Anbar», estos líderes han proporcionado miles de reclutas a las fuerzas de la policía para luchar contra Al Qaida.
Por otro lado, el presidente iraquí, Jalal Talabani, de 74 años, hospitalizado desde el 25 de febrero en Ammán debido a una gran fatiga y deshidratación, regresará mañana a Irak, según un portavoz de su partido, la Unión Patriótica del Kurdistán.
«Talabani se ha restablecido por completo» afirmó por su parte el embajador de Irak en Jordania, Saad Jassem al Hayani, quien precisó que su vuelta a su país tendría lugar el «mañana o el jueves».
En Irak, al menos siete personas murieron hoy en actos de violencia.
Tres policías resultaron muertos y otro herido en una emboscada dirigida contra su patrulla en el barrio de Zayuna, en el centro de Bagdad.
Dos empleados del ministerio de Industria perdieron la vida y otros seis resultaron heridos en la explosión de una bomba al paso del autobús en el que viajaban, en Waziriya, al este de la capital.
Un policía falleció y tres fueron heridos cuando hombres armados abrieron fuego contra su puesto de control en el sur de Kirkuk, al norte de Bagdad.
En Iskanderiya, al sur de la capital, el director de una empresa de maquinaria fue abatido por hombres armados.
El ejército de Estados Unidos anunció por su parte el arresto el domingo en Hilla, al sur de Bagdad, de siete personas presuntamente vinculadas con el atentado suicida que el 6 de marzo dejó 117 peregrinos chiitas muertos en esta ciudad.
El jefe del estado mayor conjunto de EE.UU., general Peter Pace, opinó ayer en una entrevista con el Chicago Tribune que la homosexualidad es «inmoral» y pregonó el mantenimiento de la actual política en el Ejército que a obliga a los homosexuales a ocultar su condición sexual.
Interrogado acerca de la ley apodada «Nada se pregunta, nada se reconoce», aprobada durante el mandato de Clinton y que autoriza a los homosexuales a integrar las Fuerzas Armadas con la condición de no revelar públicamente su homosexualidad, Peter Pace estimó que el Pentágono no debería «excusar» esos comportamientos inmorales.
«Creo que los actos homosexuales entre dos personas son inmorales y que no se los debe perdonar. No creo que una política inmoral sirva de alguna manera a Estados Unidos», precisó en la entrevista difundida en el sitio Internet del diario.
La ley «Nada se pregunta, nada se reconoce», aprobada tras ásperos debates al principio del mandato de Bill Clinton, autoriza a los homosexuales a servir en el Ejército, pero a condición de ocultar su orientación sexual. También prohíbe que la jerarquía militar interrogue a un recluta acerca de su vida sexual.