Bartolomé de las Casas, protector universal de los indios


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En la historia violenta del colonialismo, de los últimos cinco siglos, no ha habido un defensor de los oprimidos y explotados igual a Bartolomé de las Casas. Las Casas no representa únicamente la causa liberadora del Hombre-americano, del indio, sino también los orígenes fundadores del Derecho de Gentes.

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Héctor Camargo

Este fin de semana, fiel lector/a, caminando en el Mercado de Pulgas de la ciudad de Bremen, he encontrado, en medio de un montón de libros de segunda mano, una edición alemana de la famosa obra de Bartolomé de las Casas: La Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias. Y un hecho insólito ha ocurrido. De repente, mientras hojeaba el libro y veía las bellas ilustraciones de la barbarie de los conquistadores en el Nuevo Mundo, una voz, como llegada de otro mundo, me susurro al oído: “Cómpralo es un buen libro”.

Asombrado y curioso, di media vuelta para buscar la voz y, de repente, me vi, cara a cara, con una chica joven y con rostro de ángel. Después de unos segundos, que parecieron siglos, le pregunté de dónde conocía dicha obra y su respuesta me hundió todavía más en el asombro. Este libro –me respondió con cierto orgullo- fue lectura obligatoria en el colegio. Y mi sorpresa fue tal que lo único que alcancé a decir fue: “¿De verdad? Pero la chica ya no estaba, se había perdido entre la multitud de paseantes. Pagué el Euro que quería el vendedor y me fui a casa pensando en lo grotesco del ángel caído en uno de los cuentos de García Márquez.

Por lo tanto, señalaré que La Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias es un libro que fue publicado en 1554  y que está marcado – como la Historia de las Indias y De Unico Vocaciones Modo-  por un objetivo único a saber: salvar al hombre-americano, al indígena, de la situación de injusticia y opresión en la que vivía bajo la dominación del Hombre-europeo, es decir, el español. Por ello, es posible afirmar que la obra general de Las Casas es tanto un testimonio que denuncia la injusticia y violencia de la dominación de los indios americanos bajo el yugo de los conquistadores como un reclamo para que el Estado Español terminase con la injusticia de su administración colonial en América.

PRIMEROS PASOS

De Bartolomé de las Casas sabemos que era un sevillano nacido el 24 de agosto de 1474 –esta fecha proviene de su primer biógrafo Antonio de Remesal-. También sabemos que Las Casas murió viejo pero lúcido, con 92 años, en el Convento de Nuestra Señora de Atocha en Madrid, el 17 de julio de 1566.

Al principio, durante los primeros años de la colonización de América, Las Casas –como su padre quien había acompañado a Colón en su segundo viaje- fue miembro de grupos de conquistadores y encomenderos para luego convertirse en teólogo, filósofo y jurista. Las Casas tuvo una vida muy agitada, sobre todo a causa de sus innumerables viajes entre España y América. Pero también a causa de sus luchas, escritos y polémicas en favor del Hombre-americano.

LAS CASAS, EXPLOTADOR DE LOS INDIOS

En el año de 1502 Las Casas llega al Nuevo Mundo, a la isla La Española que, actualmente, es la isla que comparten La República Dominicana y Haití. Allí, durante unos años, Las Casas, aparte de ser un encomendero y aprovecharse del trabajo de los indios, tuvo también la oportunidad de conocer más a fondo a los hombres americanos y reflexionar sobre la justicia y el derecho de los españoles sobre los indios y sus territorios. Así también, sobre la responsabilidad de la religión cristiana en el proceso de colonización del “nuevo mundo”.

En la isla La Española, Las Casas fue responsable del drama del trabajo forzado del indio, de las vejaciones cotidianas y de la conducta inhumana de los colonos españoles hacia los indios. Todo esto hizo que Las Casas, lentamente, cambiara su forma de pensar. Paulatinamente se fue formando en Las Casas una conciencia de compromiso en favor de los oprimidos. Al final, decide regresar a España y entra en la orden de los dominicanos.

LAS CASAS, DEFENSOR DE LOS INDIOS

Luego de haber pasado unos años en España Las Casas regresa, por segunda vez, a la isla La Española. Y no obstante todavía tiene indios esclavos para su servicio, en repartimiento, ahora, Las Casas empieza a tener una visión completamente diferente sobre el nuevo mundo y sobre sus habitantes. Particularmente, sobre los medios –la guerra- del proceso de colonización española en América. Así, en 1510 este personaje se convirtió en el primer sacerdote ordenado en América.

Al final, y después de tantas experiencias como colono y religioso, Las Casas decide tomar la causa de los indios y opta por renunciar a la encomienda de indios, esclavos, que tiempo atrás había recibido. Y es importante señalar que hubo una persona, Antonio de Montecinos, quien fue determinante en el proceso de mutación de la conciencia religiosa –y tal vez política- de Las Casas respecto a los indios.

Ciertamente, en la víspera de la Navidad del año 1511, Las Casas escucha el sermón del padre Antonio de Montesinos quien, durante la misa, critica de manera drástica a los colonos españoles por la poca falta de humanidad con la que trataban a los indios y en quienes cometían los más horrendos crímenes.

¿Con qué derecho –dice Montecinos citado por Las Casas- y con qué justicia  tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?, ¿con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, ¿cómo los tenéis tan oprimidos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos de sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día?
¿Acaso éstos indios no son hombres?, ¿no tienen estos indios almas racionales?, ¿no merecen estos indios ser tratados como nuestros semejantes y no como bestias inmundas?

EL REQUERIMIENTO

Una de las tantas luchas que Las Casas entabló fue en contra de un famoso documento llamado El Requerimiento. En 1513 los juristas españoles –producto de los problemas morales y legales que enfrentaban ante tantos crímenes, vejámenes y explotación de los indios- elaboraron un documento más que absurdo.

Este era un documento -supuestamente legal- que los conquistadores tenían que leer previo a la guerra o antes de someter a los indios y tomar sus territorios bajo dominio español. Las Casas denunció, desde un principio, no solo la falta de legalidad de dicho documento, sino la absurdidad del mismo.

En dicho documento, por ejemplo, se le explicaba a los indios el origen del mundo, y la donación del nuevo mundo del Papa al Rey de España. Pero, también, la obligación que tenían los indios de reconocer la autoridad política de los monarcas españoles y de la Iglesia Católica como rectora del mundo entero. Y que si los indios se mostraban opuestos a dicho mandato, si resistían a la dominación española y continuaban viviendo en estado salvaje, los españoles los dominarían a través de la guerra, les causarían grandes males, lapidación y sufrimiento. El Requerimiento era, pues, un texto curioso que pretendía llevar moralidad a una conducta colectiva del todo amoral.

LAS CASAS Y LOS NEGROS

Las Casas, aparte de denunciar la barbarie de la conducta y métodos de dominación de los conquistadores españoles, señala también el peligro del alto grado de mortalidad de los indios. Cada día la población indígena disminuyó debido tanto a las nuevas enfermedades como al trabajo forzado, pero también a causa de los tormentos físicos que los conquistadores infligían en los indios.

Y en 1516, tratando por cualquier medio de salvar vidas humanas en el nuevo mundo, Las Casas comete el grave error – y del cual rápido y por siempre se arrepentirá- de proponer por escrito de llevar esclavos negros a América para que trabajen en las minas y campos. La Corona española escucha y un nuevo drama inicia. Los esclavos negros llegan a América para trabajar al lado de los esclavos indios. Es evidente que con la llegada del Hombre-africano la tragedia americana no se solucionó, sino más bien se agravó. Hubo más víctimas para los victimarios.

EL DIÁLOGO COMO MEDIO DE CONVERSIÓN

Las Casas, más tarde, piensa en un medio eficaz de colonización pacífico y respetuoso de los derechos de los indios. Así, Las Casas propondrá la persuasión como la piedra angular de un proyecto colonización más humana y menos violenta. El diálogo pacífico y no la guerra violenta se convierte, pues, en el fundamento de  las relaciones comunicacionales, de dominación y de evangelización entre el Hombre-europeo y el Hombre-americano.

Para su proyecto pacífico Las Casas redacta una obra llamada De Unico Vocationis Modo (La única vocación, traducido al español). En dicha obra, -que posiblemente también inspiró la Utopía de Tomas Moro- Las Casas está en contra de los bautismos en grupo, del uso de la fuerza, de la tortura y de la esclavitud. Porque propuso un proceso de conversión y dominación de los indios únicamente a través de la religión y exclusivamente por medios pacíficos. A los ojos de Las Casas, los religiosos –y no los soldados conquistadores- son los que están mejor capacitados –por su educación, valores y respecto del indio- para entablar las relaciones entre el Hombre-americano y el Hombre-europeo.

El proceso de dominación del indio que planteó, es más bien una actitud de encuentro e intercambio con el otro. Debido a que Las Casas es, ante todo, respetuoso de la alteridad del indio. Esto, debido a que ve en el indio a un ser humano con derechos y  no un ser inferior o bestial. O como afirmaban la mayoría de conquistadores: un esclavo por naturaleza.
Sepúlveda, afirmaba la inferioridad del indio de manera grotesca:  “con perfecto derecho –dice- los españoles imperan sobre éstos bárbaros del nuevo mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos y las mujeres a los varones, (…) y estoy por decir que de monos a hombres”.

Mientras que para Las Casas –quien desde el principio se opuso a opiniones como la de Sepúlveda- el indio es, ante todo, un ser humano. Un individuo con derechos sobre su persona, su cultura y sus bienes materiales. Y con el hecho de afirmar que el indio es un ser humano, automáticamente, Las Casas hace del indio un ser racional, que era lo que los de enemigos del indio negaban. Es por eso, entonces, que Las Casas insiste en repetir que los indios son seres iguales a los españoles. Con Las Casas el indio recuperó su calidad de ser racional y la de miembro de un todo llamado humanidad.

De tal manera, culto lector/a, quisiera terminar el presente artículo con un par de interrogantes: La primera, ¿Cuántos de nuestros estudiantes de secundaria –como esa extraña joven alemana- conocen a Bartolomé de las Casas?  Y la segunda inquietud: ¿Hoy en día, es posible comprar –y a un precio accesible- la Breve Historia de la Destrucción de las Indias, en las librerías en Guatemala?

Y si las respuestas a dichas interrogantes son negativas habría, entonces, que aconsejar a los responsables del Ministerio de Educación para que publiquen y divulguen las obras  históricas y literarias que son importantes tanto para la historia de América para la consolidación de una identidad nacional delineada por el diálogo y el respeto del otro.