Barenboim debuta en el «Met»


Daniel Barenboim, director de orquesta (archivo La Hora).

A los 66 años, el director de orquesta Daniel Barenboim considera que aquel que vive sin meditar sobre la muerte se está perdiendo una dimensión fundamental de la humanidad.


Por primera vez en su larga carrera, Barenboim dirigirá una ópera en el Metropolitan de Nueva York y será «Tristán e Isolda» del alemán Richard Wagner, que según este artista polifacético forma parte de esa reflexión.

«Tristán» no es una ópera sobre el amor, es una ópera sobre la muerte», explica antes de un ensayo a un grupo de periodistas, cerca de la sala vací­a del «Met», con capacidad para 3.800 espectadores, inaugurada en 1966.

«El temor a la muerte y la búsqueda de la muerte como único camino posible, es la principal locomotora, el motor de esta ópera», agrega.

Según Barenboim, «la vida no es la misma después de «Tristán», y esta obra estrenada en Munich en 1865 ocupa un lugar clave en la historia de la música occidental. Por eso, dice, «gusta incluso a los que no son wagnerianos».

Para la ocasión, que coincide con el 125 aniversario del «Met», el director de la í“pera estatal de Berlin viajó con dos artistas de ese teatro: la soprano sueca Katarina Dalayman (Isolda) y el tenor alemán Peter Seiffert (Tristán).

La puesta en escena de la leyenda medieval, que relata un triángulo amoroso entre Tristán, héroe celta, su tí­o el rey Marke (René Pape) y la prometida irlandesa de éste, es obra del alemán Dieter Dorn.

«»Tristán» trata de lo siguiente», insiste Barenboim: «Hacernos pensar a todos sobre el hecho de que la muerte es ineluctable y que tarde o temprano nos visitará, sobre cómo vamos a enfrentarla y cómo vamos a manejar el tiempo que nos queda entre hoy y la muerte. Aquél que vive la vida sin pensar en la muerte se está perdiendo una de las dimensiones más esenciales de la humanidad».

El debut de Barenboim será el 28 de noviembre y dirigirá seis representaciones de la ópera, hasta el 20 de diciembre. Coincide además con la publicación de su libro de reflexiones «La música apura al tiempo».

Del primer encuentro con los músicos del «Met», este veterano de la batuta que fue director estable de las orquestas de Parí­s y Chicago, además de dirigir en Londres, Viena y varias temporadas en el templo wagneriano de Bayreuth (Alemania), admitió que tuvo cierta ansiedad.

«Sin embargo desarrollé una relación particularmente interesante» con la orquesta, que resultó ser «muy abierta», cuenta en inglés este director nacido en Buenos Aires en el seno de una familia de inmigrantes judí­os rusos, quien se mudó a los diez años a Israel, y que seis décadas después colecciona pasaportes: Argentina, Israel, España y recientemente también el palestino.

Además de dirigir, Barenboim es concertista de piano y el 14 de diciembre enfrentará como solista un programa de Franz Liszt en la misma enorme sala del «Met», algo que sólo Vladimir Horowitz habí­a osado antes, en 1986.

Ante la prensa neoyorquina, no puede evitar hablar con pasión sobre polí­tica y sobre su conocida «Orquesta del Diván de Oriente y Occidente», instalada desde 2002 en Sevilla (España) e integrada por músicos árabes e israelí­es.

Sin embargo, Barenboim aclara que no pretende que esa orquesta logre la paz en Medio oriente. Ni siquiera lo espera del presidente electo norteamericano Barack Obama: «No creo que la solución al conflicto israelo-palestino venga de Washington» -dice- sino «de toda la comunidad internacional».