Una controversia territorial entre China y Japón se intensificó hoy cuando Beijing envió embarcaciones de patrulla cerca de islas en disputa en el Mar del Oriente de China en una muestra de furia por la compra por Tokio de las islas de manos de sus dueños privados.
El arribo de las dos embarcaciones de la Vigilancia Marina de China a las islas busca reafirmar las reivindicaciones de Beijing, dijo la agencia noticiosa oficial Xinjuá.
La agencia marina es una fuerza paramilitar cuyas embarcaciones a menudo están ligeramente armadas, y Xinjuá dijo que había diseñado un plan para salvaguardar la soberanía de las islas.
Las islas rocosas, conocidas como Senkaku en japonés y Diaoyu en chino, han sido el foco de rencillas entre los dos países, y son reclamadas también por Taiwán. La disputa ha estado calentándose en meses recientes, en parte porque el gobernador de Tokio, un político nacionalista, había propuesto comprar las islas y construir en ellas.
El gobierno central de Japón anunció su propio acuerdo esta semana con la familia japonesa a la que reconoce como dueña. El secretario del gabinete Osamu Fujimura le dijo a reporteros que el gobierno aprobó un presupuesto de 2.050 millones de yenes (26 millones de dólares) por la compra por la compra «para mantener las islas Senkaku pacífica y establemente».
La televisora pública japonesa NHK dijo que el gobierno firmó el acuerdo con la familia el martes.
El gobierno no planea construir en las islas. Expertos en Japón dijeron que el paso fue tomado para bloquear el plan del gobernador de Tokio, que pudiera haber incrementado más las tensiones.
Beijing, sin embargo, respondió con furia, y el primer ministro Wen Jiabao advirtió que China nunca retractaría sus reivindicaciones.
La cancillería china dijo el lunes en una declaración: «Si Japón insiste en actuar por su cuenta, va a sufrir las severas consecuencias que seguirán».
Japón ha controlado las islas en los últimos 40 años, luego que Estados Unidos cediese su control, que había ganado tras la II Guerra Mundial. Pero Beijing considera la compra una afrenta a sus reclamos y sus llamados anteriores a negociaciones.