Con el fin de «modernizar» el programa Mi Familia Progresa y para evitar que se «politice», se anunció que a partir de marzo los beneficiados con las transferencias condicionadas usarán el Banrural y, bajo la Ley de Secreto Bancario, tendrán sus depósitos mensuales.
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Durante el programa radial Despacho Presidencial, se dio a conocer que el programa Mi Familia Progresa, (MiFaPro), que tantas críticas ha generado, será bancarizado, utilizando los servicios del Banco de Desarrollo Rural, (Banrural) y bajo la revisión de la Superintendencia de Bancos, (SIB).
Según informó Edgar Barquín, superintendente de Bancos, el Banrural ya cuenta con programas de computación que permiten la apertura de cuentas en masa, «lo importante de esto es que cada cuenta tiene un expediente con toda la información de los depositantes», dijo.
Sin embargo, se aseguró que cada cuentahabiente contará con las garantías de reserva bancaria establecidas en el Artículo 63 de la Ley de Bancos y Grupos Financieros, con lo que dicha información queda protegida ante cualquier acto de fiscalización.
Información a la Contraloría
Sobre el nuevo obstáculo para obtener los datos de los beneficiados con el programa social, el ministro de Educación, Bienvenido Argueta, declaró que «nosotros le ofrecemos toda la información al Contralor General de Cuentas, él constituye el órgano del Estado fiscalizador y él tendrá la información como se le ha venido dando», aseguró.
Además, el titular del SIB agregó que constitucionalmente la Contraloría General de Cuentas, (CGC), es la única institución facultada para la fiscalización de los recursos públicos, además de indicar que, en materia bancaria, corresponde a la SIB hacer las pruebas de auditoría para verificar que se cumpla con las disposiciones de la Ley de Bancos y Grupos Financieros y otras disposiciones.
«Nuestro país es Republicano y Democrático, nosotros estamos en Estado de Derecho y debemos respetar a las instituciones que tienen responsabilidades y en este caso no cualquier sector, no cualquier persona tiene la facultad de venir a hacer lo que se le dé la gana, es la Contraloría de Cuentas quien fiscaliza los recursos públicos y en cuanto al sistema financiero corresponde a la Superintendencia de Bancos, eso se debe respetar», declaró Barquín.
Mayor transparencia
Se mencionó también que al contar con una digitalización de la huella digital de las personas se «evitará la duplicidad de nombres», así como también se dará apertura a una mayor «transparencia», pues le «pone identidad a los rostros de la pobreza».
Al respecto, Carlos Menocal, conductor del programa aseguró que «la SIB se dará cuenta que en efecto hay rostros, hay cédulas, nombres y apellidos y con ello se evita la duplicidad de nombres, como se ha tratado de decir».
Luego de una investigación, Diario La Hora dio a conocer que existen más de 44 mil homónimos dentro del listado que se provee en la página de MiFaPro, al respecto, el mandatario aseguró que la CGC encontró «mínimos siete u ocho casos», de los cuales ya se ha presentado la denuncia respectiva.
El resto de nombres parecidos se debe, según Colom, a que en algunos municipios es «tradición» repetir los nombres. Por otro lado, aseguró que en los casos en que se han encontrado cédulas repetidas, el problema se debe a las municipalidades locales.
Nineth Montenegro analizó la dificultad doble que se vería venir si se hace realidad la nueva idea para seguir restringiendo los datos de la Cohesión Social, que fue expresado en su programa Despacho Presidencial por el Presidente de la República de Guatemala.
Desarrollar las actividades sociales y económicas a través de la banca, que ahora son a través de fideicomiso, son difíciles de vigilar, mientras que si se oculta bajo el secreto bancario se convertiría en doblemente difícil para fiscalizar los fondos, dijo.
Habría que revisar más a fondo cuál es el objetivo del presidente (ílvaro Colom), porque si se ve de forma positiva se elevaría la dignidad de la persona y mayor certeza, porque no se generaría dudas como sí ocurre hoy con la entrega en efectivo en propia mano.
Lo negativo de la entrega de ayuda es reducir los programas al secreto bancario, «que solo el Superintendente de Bancos pueda tener información de primera mano y el superintendente va a trasladar la información que quiere al Contralor de Cuentas», lamentó Montenegro.