Los grandes bancos internacionales no han logrado hasta ahora determinar el impacto exacto sobre sus cuentas de la crisis de los créditos «subprime» más de seis meses después de su inicio, lo que siembra inquietud e inseguridad en los mercados financieros.
La crisis del crédito inmobiliario de riesgo en Estados Unidos ha obligado hasta ahora a los bancos a contabilizar como pérdidas más de 150 mil millones de dólares de depreciaciones de activos, pero muchos están convencidos de que la limpieza está lejos de haber terminado.
A comienzos de febrero, los ministros de Finanzas y banqueros centrales del G7 pidieron a instituciones financieras que den a conocer «entera y rápidamente» todas sus pérdidas vinculadas al «subprime».
El Fondo Monetario Internacional (FMI), por su parte, estimó que pueden alcanzar los 400 mil millones de dólares.
La diferencia entre esta estimación y las pérdidas ya constatadas se debe en parte al deterioro continuo del mercado de crédito, que obliga a los bancos a contabilizar sin cesar nuevas depreciaciones, debido principalmente a la aplicación de nuevas normas contables conocidas como IFRS, que los obligan a tomar como referencia los precios del mercado para evaluar los activos de su balance.
Pero numerosos activos bancarios no se benefician con un precio de referencia simplemente porque los mercados están parados por falta de compradores. Se trata principalmente de productos financieros complejos, de los cuales los inversionistas no quieren oír hablar.
El ejercicio de evaluación de sus activos se hace extremadamente complejo para los bancos, lo que contribuye a que surjan resultados dispares.
«Hay factores más subjetivos» en juego, explicó Hans van Damme, presidente asociado de la Federación de Expertos Contables de Europa. «El número de parámetros (tomados en cuenta) puede diferir entre un banco y otro, pero no se puede decir que uno tiene claramente la razón y el otro está equivocado».
El estadounidense AIG, primer asegurador del mundo, ilustró recientemente las marchas a tientas a las que se ven obligados los establecimientos financieros.
El grupo concordó en que el valor de sus contratos de cobertura en el mercado de créditos de empresas había bajado de 5.200 millones de dólares a fines de noviembre, pero ahora se estimó una declinación a 1.600 millones de dólares.
A instancias de su auditor, AIG tuvo que reconocer una «debilidad» en sus procedimientos sobre contratos de cobertura contra riesgos de crédito, o CDS CDS (credit default swaps), que son productos financieros que permiten a los bancos protegerse contra la insolvencia de sus deudores.
A medida que el mercado de crédito se degrada, los bancos tienden a valorizar los CDS y otros productos financieros cuyo valor, que no es sino teórico, no cesa de evolucionar.
A las dificultades actuales de valorización vinculadas a las turbulencias de los mercados financieros, se pueden añadir las diferencias de interpretación de normas contables.
«La puesta en práctica de IFRS es muy diferente entre un banco y otro, y entre un país y otro. Se trata de un problema de fondo», estima Nicolas Véron, economista del laboratorio económico Bruegel.
Establecidas en 2005 para armonizar las prácticas contables, primero en Europa y después en otros países, las normas IFRS parecen no haber cumplido cabalmente su función.
«El problema no viene de las reglas, sino más bien de la coherencia y del rigor de su aplicación. El mercado está apenas comenzando a aprender esta lección», afirma Véron.
Nicolas Véron
economista del laboratorio económico Bruegel