Para algunos con capacidad de mejores percepciones y sentido práctico, constituye un colapso anunciado y pudieron retirar sus dineros depositados. Pero a la mayorí­a el asunto les tomó de sorpresa, genera pánico natural cuando ven la posibilidad de perder todo.

Sea de una u otra manera, el caso de sale de lo común y da lugar a serias suspicacias en el sentido que la medida de la Junta Monetaria debió haberse dictado antes. Los mecanismos de que disponen y ejecutan posibilita enterarse del teje y maneje del sistema bancario.

Los llamados a que los cuentahabientes tengan paciencia franciscana no es fácil de llevarla a cabo, por cuanto median sus intereses personales y a veces de todo cuanto tienen. Las informaciones al respecto que realizan La Junta Monetaria y la Superintendencia bancaria algo tranquilizan.

Hasta el momento que para muchos deja de ser un lecho de rosas por el contrario representa la verdadera capilla ardiente, los boletines en mención dan a conocer qué entidades bancarias atenderán a nivel nacional a los ahorrantes, a partir del 26 de octubre.

De cualquier manera y tratándose de dineros, todo el mundo se agita con sobrada razón, y siguen los pasos del conocido refrán: hasta no ver, no creer. Nada raro entonces será que se vuelva una auténtica romerí­a en las ventanillas de cuentahabientes desesperados.

Deseable que con tal experiencia las autoridades competentes adquieran muchas más lecciones del todo ilustrativas, viene a ser un clamor generalizado. Deberán tomar muy en cuenta la actual situación económica en que se encuentra el paí­s que ya no permite ahorrar. En buen chapí­n: pan para su matate.