Balas perdidas: consecuencia del poco control armamentí­stico


Al menos diecisiete personas mueren diariamente en Guatemala por arma de fuego. En los asesinatos predominan estos artefactos bélicos, que también causan grandes daños a los que por casualidad son alcanzados por una bala perdida.

Texto: Mariela Castañón. Fotoarte: Alejandro Ramí­rez

Aunque los hospitales nacionales no cuentan con una estadí­stica que dé a conocer el número de personas que ingresan por balas perdidas, cada mes reciben a por lo menos 75 heridos por arma de fuego, quienes muchas veces fallecen a su ingreso al nosocomio.

Según Ana Luisa Olmedo, directora de Comunicación del hospital San Juan de Dios, los casos son atendidos sin conocer la causa que originó el traslado de la ví­ctima al centro asistencial.

Los cuerpos de socorro, por su parte, afirman que un buen porcentaje de los llevados a los hospitales fallecen a su ingreso, principalmente cuando las lesiones son causadas en partes vitales de su cuerpo.

HECHOS RECIENTES

El miércoles recién pasado, un bus de transportes Fortaleza del Sur, que se conducí­a sobre el kilómetro 40.5 de la carretera entre Palí­n y Escuintla, fue objeto de atraco por varios asaltantes; en el lugar se armó una balacera, y el saldo fue de una persona muerta y tres heridos.

Los cuerpos de socorro identificaron a la ví­ctima mortal como Gregorio Alberto Ruano Godoy, de 30 años, quien intentó enfrentarse a los delincuentes, pero éstos acabaron con su vida; mientras que los heridos, Brenda Roxana Gómez Gí¼inac, de 18 años; Mauro Prudencio Rodrí­guez Gómez, de 40 y Rakesh Samuel, de 26, fueron trasladados al hospital de Amatitlán, ví­ctimas de balas perdidas.

El 16 de junio, la niña Lilian Marleny Calderón, de 13 años, falleció en un centro asistencial, luego de ser ingresada por recibir varios impactos de bala que segaron su vida.

Según familiares de la menor, ella se encontraba junto a su madre en la zona 18, cuando individuos que se conducí­an a pie perseguí­an a otro hombre, a quien pretendí­an dispararle, sin embargo, la ví­ctima fue la adolescente, quien por casualidad se encontraba en el punto donde se originaron los hechos de violencia.

En la colonia Kennedy, ubicada en la zona 18, el 15 de junio, el ayudante de bus Mario René Aguilar Rodrí­guez, de 19 años, fue asesinado por desconocidos. En medio del ataque resultó herido Rafael Gómez, de 58 años, quien caminaba por el lugar al momento del tiroteo.

BALACERAS

Las fuerzas de seguridad han manifestado que toda la capital y algunas partes del interior del paí­s son escenarios de hechos violentos, regularmente las zonas 18, 6, 12, 3 y Mixco son los sectores de mayores enfrentamientos armados, donde por lo regular las ví­ctimas son quienes caminan por el lugar, o inclusive los que van a bordo de sus vehí­culos o en buses urbanos y extraurbanos.

RESPONSABILIDAD

De acuerdo con Eleonora Muralles, de la entidad Familiares y Amigos contra la Delincuencia y el Secuestro (FADS), es necesario que exista un desarme generalizado y un control de quienes cuentan con un arma, pues varios jóvenes de 15 y 16 años van armados a las discotecas y utilizan de forma irresponsable estos artefactos, que causan la muerte de personas inocentes.

A criterio de la representante de FADS, antes de entregar la licencia de portación de armas a una persona, se deberí­a realizar un examen psicológico para identificar que quien lleva una pistola consigo está en capacidad de tenerla, porque en algunos casos el portador es una persona violenta.

Según Muralles, para evitar el descontrol en este tema, la institución policí­aca debe fortalecerse, para que la gente no justifique que debe portar un arma por la falta de garantí­as de protección que deberí­an prestarle las autoridades.

La seguridad debe ser garantizada por el Estado y éste es quien debe trabajar para contrarrestar las muertes y consecuencias de la violencia, afirma la profesional.