Balance 2007


Aunque trillado en esta época, uno, una siendo polí­ticamente correcta, (yo), suele, suelo hacer un balance de lo que el año dejó, o se llevó. Y como todo, siempre hay cosas buenas, muchas, especialmente los cariños, gente que aparece en el camino y que con su sonrisa, sus palabras, con existir sencillamente, hacen más llevadera la a veces pesada existencia.

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@yahoo.es

Gente nueva, gente de siempre, los amigos de verdad, dos que tres, pero sinceros, la familia, la pequeña Simone, las palabras impresas en el año, el trabajo fructificado, esas personas persistentes, insistentes y concientes que se esfuerzan por hacer mejor su entorno, Guate, el mundo.

Este pedazo de papel que me reproduce y otros espacios solidarios. Los buenos libros, la poesí­a, el café de las mañanas y el sol que alumbró mi ventana todo el año, cosas y personas buenas, grandes, por las cuales despertarse cada dí­a vale la pena.

Pero claro, no todo es color de rosa, para mí­ más bien naranja (ese color me gusta más y no por filiación polí­tica alguna, que conste), y no dirí­a que gris, porque también es un color hermoso, yo dirí­a cosas tristes, dolorosas, bajadoras (de ánimos, de fe?), traicioneras y ruines.

Tanta violencia, asesinatos de mujeres, de niños y niñas, tanta animadversión por las polí­ticas pro-niñez, tanta pobreza y desastres naturales, tanto miedo?

Gente que se fue de este mundo dejando vací­os en mi alma y en el arte como Auyón. Gente que arranqué (dos personas para ser precisa) y después fusilé en mi corazón luego de haber sido acuchillada por su deslealtad, por la espalda y en partida doble (del cielo a la tierra no hay nada oculto, que les aproveche mientras les dure y luego que los mate un tren y los apache bien).

En fin? aunque duela, porque así­ es y mucho, me pesó más lo bueno, porque me sostiene y porque es lo que yo me merezco, y no es presunción, ni vanidad, ni falta de modestia, es así­.

Y aunque no sé nada de números, ni entiendo esas cuestiones contables que hacen que cuadren los libros y las cuentas (ya me parezco al Superintendente de bancos, creo que él tampoco entiende, digo, por los bancos quebrados, no podí­a dejar de mencionarlos), veo ganancia. Por todo lo bueno y porque al desprenderme de los del «arma blanca», purgué mis afectos y me libré (estoy segura de ello) de peores males.

Así­ las cosas, aunque a muchos no les gusten estas fiestas y estos dí­as en los que amparados por la Navidad y el «Feliz Año Nuevo», nos desinhibimos y abrazamos, (como hemos querido todo el año), yo levantaré mi copa (o mi chela) para brindar por la vida que, definitivamente, me ha dado tanto.