Bajo la lluvia Dios no existe, Warren Ulloa Argüello (Uruk Editores, 2011)


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Con un lenguaje cotidiano y fresco, Warren Ulloa Argüello (Costa Rica, 1981), nos entrega su primera novela: Bajo la lluvia Dios no existe.

POR VANESSA NÚÑEZ HANDAL

Ganadora del Premio Nacional de Novela de su país, edición 2011, y publicada por Uruk Editores, esta novela nos cuenta la historia de varios jóvenes de clase media alta costarricense, cuya vida se debate entre el colegio y la necesidad de obviar el desagrado que poseen frente a sus existencias carentes de sentido y un futuro poco prometedor.

Sus padres, acomodados profesionales y empresarios de San José, buscan llenar sus vacíos mediante la compra de costosos regalos y una educación consumista y superficial.

Basada en una historia llena de intriga y que a veces se asemeja a un thriller policial, Bajo la lluvia Dios no existe nos pasea por diversos parajes de la Costa Rica actual, devolviendo la narración al ámbito urbano de un país en donde, en apariencia no ocurre nada, pero cuyos jóvenes se debaten ante la necesidad de encontrar una identidad perdida en un mundo posmoderno que nada les dice acerca de sí mismos.

Sus personajes, llenos de paradojas y de ansias por lograr una salida a su desesperación, terminan por convertirse en representación de la juventud centroamericana actual, marginada y olvidada, pero que se encuentra en constante ebullición. La crítica que Ulloa hace en la novela a su sociedad, que podría extenderse en general a toda Centroamérica, resulta a veces dolorosa y muy realista. El sentido del humor, sin embargo, tampoco se hace extrañar en la obra.

La doble moral, las fiestas, la música, el sexo, las drogas y el narcotráfico, son sólo algunos de los temas que Ulloa utiliza para mostrarnos un mundo que no nos es ajeno, pero que pocas veces vemos aparecer en la literatura.

El logro más atinado del autor a lo largo de esta obra es el uso del lenguaje cotidiano y desvestido de toda pretensión de formalidad. Ulloa logra así impregnar su novela de la frescura que tanta falta ha estado haciendo en la literatura Centroamericana. Lo que pudo tacharse en algún momento de «obscenidad» o simples «malas palabras» es, en mi opinión, el recurso más efectivo que presenta la obra, a fin de sumergirnos en un mundo alejado de «la academia», pero que existe y que poco a poco comienza a aflorar en la literatura regional.