Para los que desde patojos hemos amado el futbol ayer empezó uno de los pasos grandes de la humanidad (alrededor de 800 millones de personas lo miran), al iniciarse como cada cuatro años, el Campeonato Mundial de Futbol que no solo nos deleitará como deporte sino nos ayudará a olvidar momentánea y parcialmente las desgracias que nos aquejan como un gobierno, Congreso y Organismo Judicial corrupto, el crimen y la violencia cotidiana, las maras asesinas, el cinismo de los servidores del gobierno, etcétera.
Dentro de los cientos de miles que podrán ver en vivo los 64 partidos de los diferentes estadios de Brasil tendremos el privilegio de saber que habrá cerca de 5 mil chapines, la mayoría diputados, funcionarios grandes y pequeños que han ahorrado las mordidas de ley, los ricos y los hijos de los ricos y otros ciudadanos comunes y corrientes. El próximo Mundial ya no lo veré ni en la TV y menos en vivo como anhelé, y junto con pasarme unos 15 días en una solitaria isla Griega (como Zorba de Kazantzaakis), serán los dos sueños que no cumplí.
En fin, si hasta alcaldes de segunda pueden viajar a España para ver el juego del Real y el Atlético con fondos de los de Villa Nueva, nosotros gafos no pudimos ni ir a México en 1970 a ver el Mundial por falta de pisto.
Según mis agentes secretos hasta el domingo pasado habían viajado a Brasil 43 diputados y diputadas, por lo que olvídense de sesiones para tratar asuntos que no tienen importancia para estos tipos y tipas: funcionarios de alto y mediano rango han viajado ya cerca de 256, sin contar con familias o en su caso “secretarias amantes” que acompañan a solteros o… casados.
Pérez Molina y su inseparable, tendrán al menos 30 días de problemas que permanecerán escondidos tras el balón de futbol. Como desde mi juventud sigo siendo brasileño de corazón aunque curiosamente la mayoría de mi familia se inclina por Italia, España o Alemania. Cada quien con su gusto y todos con ilusión.
Recuerdo claramente cuando se celebró el Mundial en México y había reunido ya unos Q400.00 de aquella época, lo que me alcanzaba para el pasaje, pero los hermanos mexicanos siempre listos habían subido el precio de las pensiones, la comida, el transporte y entradas a los eventos, así que me quedé con las ganas y confieso que lloré porque no sabía si algún día un Mundial se celebraría tan cerca.
Eso sí, los ágiles periodistas deben estar atentos pues habrán bolos por doquier y podrán trabar a muchos, peor si le llevan ganas. Aun así, que disfruten los paisanos y arriba Brasil…