Avionazo deja saldo de 152 muertos


En las montañas de Islamabad, se observa el fuego y humo tras el avionazo. No se observan restos de la nave, por lo que no se tiene esperanza de ningún sobreviviente. FOTO LA HORA: AFP AAMIR QURESHI

Un avión de la compañí­a privada paquistaní­ Airblue se estrelló hoy por la mañana en las colinas que bordean Islamabad, sin que haya supervivientes entre las 152 personas que se hallaban a bordo.


Socorristas trasladan cuerpos de algunas personas en busca de restablecerles la vida. FOTO LA HORA: AFP AAMIR QURESHI

Socorristas dijeron haber encontrado cuerpos despedazados en torno a los restos del Airbus A321. «Hemos encontrado pedazos de cuerpos», declaró a la televisión estatal un socorrista, Aitbar Khattak, tras este accidente, el más mortí­fero para un avión paquistaní­ desde hace 18 años.

«Aparentemente, la causa del accidente es el mal tiempo, pero ya lo dirán los investigadores», declaró el vocero de Airblue Raheel Ahmed a la AFP.

«Los investigadores examinarán todas las posibles causas del accidente, desde el mal tiempo hasta el terrorismo», indicó Riaz-ul-Haq, de la dirección de la aviación civil.

El tiempo estaba muy nublado y lluvioso el miércoles de mañana en la capital paquistaní­ y en las colinas cercanas.

«El avión volaba muy bajo y escuchamos un fuerte ruido», declaró un residente de la zona.

Una espesa humareda salí­a de las colinas verdes de Margalla, que bordean la capital. Las televisiones locales mostraban vehí­culos de los servicios de rescate que se dirigí­an hacia el lugar del accidente.

Camino de la zona se formaban filas de ambulancias, mientras que una ansiosa muchedumbre se agolpaba en las inmediaciones de las colinas de Margalla.

El gobierno paquistaní­ decretó un dí­a de duelo nacional. El primer ministro Yusuf Raza Gilani y su gobierno «expresaron su pena y su dolor por este trágico accidente» y «rezaron por los pasajeros muertos».

Mientras tanto, familiares que habí­an ido a esperar la llegada del avión, lloraban angustiados en el aeropuerto tras enterarse de lo ocurrido.

«No podemos explicar el dolor que sentimos. No sabemos si está vivo», afirmó Bilal Haider, que esperaba a su hermano menor Abas, quien habí­a ido a Karachi con motivo de una entrevista para un posible puesto de trabajo.

«Varios cuerpos están esparcidos en la zona», declaró Imtiaz Inayat, un alto responsable municipal de Islamabad, citado por la televisión local Geo.

«Hay un incendio en una zona amplia. Se desplegaron equipos de socorro y helicópteros», añadió.

Poco después del accidente, el vocero de Airblue habí­a afirmado que el Airbus A321 habí­a despegado de Karachi rumbo a Islamabad con 144 pasajeros y seis tripulantes a bordo, mientras que un portavoz de la aviación civil habí­a indicado que 152 personas viajaban en el avión y una fuente policial hablaba de 149 personas.

Dos de ellas eran de nacionalidad estadounidense, indicó la embajada de Estados Unidos en Pakistán.

Airblue opera desde 2004 con Airbus A320 y A321 y realiza vuelos internos e internacionales a lugares como Dubái o Mánchester (Reino Unido).

La seguridad de los vuelos en Pakistán se considera relativamente buena.

En julio de 2006, un Fokker-27 de la compañí­a aérea Pakistan International Airlines (PIA) que se dirigí­a a Lahore (este) se estrelló cerca de la ciudad de Multan (centro), causando la muerte a las 45 personas que llevaba a bordo.

El accidente más mortí­fero de un avión paquistaní­ se remonta a septiembre de 1992: un Airbus A300 de PIA se estrelló cerca del aeropuerto de Katmandú, en Nepal, después de una maniobra de acercamiento prematuro en medio de una mala meteorologí­a, dejando 167 muertos.

IDENTIFICACIí“N Tarea imposible


Una armazón calcinada, cuerpos despedazados y repartidos en un frondoso bosque, familias desconsoladas: es todo lo que resta del avión que cumplí­a el vuelo Airblue ED202 que se estrelló ayer en las colinas aledañas a la capital paquistaní­.

Hasta el momento, nadie sabe lo que determinó que a las 09H45 (04H45 GMT), el Airbus 321 que efectuaba un vuelo regular fuese a estrellarse contra las colinas de Margalla antes de desintegrarse como una bola de fuego.

«Los cuerpos están carbonizados y desintegrados, a menudo imposibles de identificar. Los restos está desparramados por el bosque», relató a la AFP un responsable del servicio de socorro, Syed Zahir Shah.

«Los únicos restos que reconocí­ son los rostros de dos mujeres y de un niño», dijo, precisando haber transportado ocho cuerpos hasta lo alto de la colina, donde los sacos llenos de despojos humanos eran cargados en helicópteros.

Una espesa humareda negra y llamas salí­an de la armazón carbonizada del aparato, desparramado en tres direcciones diferentes en medio de un frondoso bosque que se extiende por las colinas.

«Todo lo que podemos ver son manos o pies carbonizados. Recogí­ dos cabezas, dos piernas y dos manos, que coloqué en un saco», explicó a la AFP otro socorrista, Arshad Javed.

«Gritamos para saber si habí­a sobrevivientes, pero nadie nos respondió», agregó.

El accidente terminó brutalmente con la luna de miel de una pareja de unos veinte años que habí­a buscado escapar al sofocante calor de Karachi para volar hacia las templadas montañas del Himalaya en el norte.

Nadeen Ahmed relató a la AFP como este viaje habí­a hecho soñar a su primo recién casado, Mohamed Ovais, hombre de negocios de 26 años.

«Sus padres están desesperados, como todo el resto de la familia. Era una pareja llena de vida, y su muerte repentina, justo después del casamiento, nos ha dejado atónitos».

En el aeropuerto internacional Benazir Bhutto, aquellos que habí­an llegado para recibir a sus parientes iniciaban un duelo inesperado y doloroso, cada vez más abatidos a medida que las informaciones detallaban el accidente.

Con los ojos enrojecidos por el llanto, Bilal Haider relató que habí­a venido para recibir a su hermano menor, Abbas, que volví­a de una entrevista para trabajar en un banco en Karachi.

«Si hubiésemos sabido lo que iba a ocurrir, nunca lo habrí­amos enviado», dijo entre sollozos y sofocado por el dolor. Abbas acababa de diplomarse en gestión de empresas.

En el principal hospital de Islamabad, otros parientes de pasajeros trataban de seguir la llegada de las ambulancias que traí­an los restos de cuerpos calcinados encontrados en el bosque de Margalla.

Muchos seguí­an esperando un milagro orando juntos o apoyándose mutuamente.

Jehanzeb Khan, empleado en la vecina ciudad de Rawalpindi, tení­a cinco miembros de sus familia en el avión. «Mi madre falleció ayer en la noche, y mi cuñada, mi cuñado, mi sobrina, mi sobrino y un tí­o vení­an para participar en sus funerales», explicó.

La familia se disponí­a a llevar el cuerpo de la fallecida para sepultarlo en Jyber, un distrito tribal fronterizo con Afganistán, cuando se enteraron de la noticia.

«Enviamos a uno de los nuestros para que llevara el cuerpo de mi madre y volvimos a Islamabad para ver qué era de nuestros parientes», explicó Jehanzeb.

«Una tragedia horrible acaba de caernos encima», comentó.