Autoritarismo, Corrupción y Constitución


Guatemala, como otros paí­ses, tiene una historia no muy grata en relación al ejercicio del Poder Público, es de triste aplicación a nuestra sociedad el refrán que reza: «El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente» innegablemente, por esa razón en las últimas Constituciones se ha incluido un artí­culo claro, conciso y categórico, para evitar la reelección del Presidente, y en la última Constitución se amplió la prohibición a otros sujetos que directamente tienen relación con la persona que ha ejercido el Poder Ejecutivo, o que ha protagonizado un Golpe de Estado. Esta prohibición no ha sido capricho ni con dedicatoria especial, es una forma de proteger la mí­nima democracia en que vivimos, creo que en dicho impedimento se debió haber incluido a otros funcionarios, pero se limitó solamente al Presidente, aunque de 1985 al 2010 han cambiado los intereses personales, y la sociedad en sí­, el derecho en Guatemala, regula hechos ya cumplidos, y no deberí­a tener esta limitante, ya que los responsables de emitir leyes, o la misma Constitución deberí­an ser personas con visión a largo plazo, porque la sociedad cambia constantemente y con mayor rapidez que el derecho.

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

A muy pocas personas les interesa el bien común, si se realizara un análisis (esto es un sueño) del yo interno de los guatemaltecos nos sorprenderí­amos de lo difí­cil que es encontrar personas con verdadero y autentico afán de servicio. Viendo un programa español sobre un escándalo de corrupción en la alcaldí­a de Marbella, uno de los testigos que fue despedido, dijo: «Allí­ todos los que podí­an metí­an la mano, yo no lo hice porque no pude» el público se asombró, pero el hombre fue sincero y dijo lo que un buen porcentaje de la población en su momento pensarí­a.

Precisamente por ese mal endémico no sólo de los guatemaltecos, sino que de muchos seres humanos, pero especialmente enraizado en el paí­s, que no permite creer en nadie, a partir de la nueva «Era democrática» es escuchado constantemente cada cuatro años: «Este gobierno es peor que el anterior» y lo execrable es que no es mentira, por lo mismo es impensable no sólo legalmente sino que moralmente (si algo queda de moral como valor) asumir que una persona que haya ejercido un cargo público lo vuelva a ejercer, porque si estudiamos con objetividad a cada gobierno no encontramos uno solo en el que no haya existido corrupción, la diferencia es la forma, unos han sido más sofisticados para hacer parecer sus actos legales, y otros han sido más toscos, pero el fondo que es lo más importante es el mismo, no existe uno solo que pueda autodenominarse un gobierno incorruptible, por lo tanto ante esta situación el ciudadano ávido ya no de votar por un buen presidente, un buen alcalde y unos buenos diputados, votan por los menos peor, es sumamente triste tener que aceptar esta realidad pero es la nuestra.

Cierto es que no existen buenas y malas personas, todos/as tenemos claroscuros, pero hay quienes tienen el lado oscuro llegando a negro noche, y precisamente este tipo de personas son las que han detentado el poder en la historia reciente del paí­s, decir lo contrario es tratar de tapar el sol con un dedo, el dedo tapa el ojo, pero el sol sigue allí­, por eso es insano pensar en la reelección no solamente del Jefe del Ejecutivo, serí­a mucho más sano incluir otros cargos más, pero la Constitución establece los lí­mites de cada quien y el primer deber de todos los ciudadanos sin distingo de ideologí­a (si es que todaví­a existen) es respetarla.

En relación a otros impedimentos que se encuentran debidamente establecidos en la Carta Magna, y aunque es parte de la profesión de abogados la interpretación de las leyes, eso no significa que con base en este conocimiento se trate de retorcer la letra de la ley para realizar interpretaciones antojadizas que lo único que hacen es confundir a los que no se han especializado en el estudio de esta ciencia, pero es peor que aún siendo abogados no estudiemos más cada dí­a para llegar a ser mejores y dar la opinión más acertada cuando se nos pregunta sobre un tema, pero es inexcusable que cuando se nos da la oportunidad de hacerlo en un medio de comunicación se utilice un espacio tan valioso para generar falsas expectativas y dudas a quien hace el favor de leer una opinión.

El transmitir el poco conocimiento que se tenga es obligación de todos, pero utilizar esa facultad para crear incertidumbre y dudas en el que lee, escucha o ve, es deshonesto, porque respetar e infundir respeto a la Constitución equivale a hacerlo con nosotros mismos, no hacerlo es autoengaño, porque nadie sabe tanto como para leer en la oscuridad de la noche, y nadie sabe tan poco que no distinga en esa oscuridad que el que sabe leer no puede hacerlo sin luz.