Autoestima femenina


No existe una concepción de una adecuada autoestima de manera innata, ésta se aprende en el transcurso de nuestras vivencias. Existiendo influencias externas en el desarrollo y fortalecimiento de la misma; el hogar, las concepciones religiosas, las concepciones sociales del deber ser y los medios de comunicación. Todo ello contribuye a conformar el sentido de nuestro propio concepto y del ideal del ser femenina; promulgado por las instituciones sociales. Que llegan a establecer estereotipos de género.

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
crismodenesi@gmail.com

Las mujeres ambicionamos, en muchas ocasiones, ser personas diferentes a las que somos, lo que ocasiona malestar con nosotras mismas. Al mismo tiempo existe la tendencia a la compulsión a la perfección, en todos los campos de nuestro actuar social. Obteniendo de esta manera una imagen ideal de quienes tendrí­amos que ser, que se constituye de manera inalcanzable.

Nos encontramos en muchas ocasiones a disgusto con nuestra imagen corporal, inseguras de nuestras actividades y logros. Con temor a expresarnos de manera auténtica y muy pendientes del que dirán ó cómo me verán. En lugar de apropiarnos de nuestra propia existencia, de nuestros propios deseos e ilusiones en muchas ocasiones entregamos nuestras vidas como pertenencia a otras personas y nuestro camino a la validación, a la autonomí­a a la toma de nuestras propias decisiones queda truncado. Y en la mayorí­a de casos esto puede llegar a traducirse en maltrato a la mujer.

Las mujeres hemos sido enseñadas para ser las cuidadoras de otras personas, desde muy pequeñas se nos han relegado actividades en estos roles. Desafortunadamente la mayorí­a de nosotras no somos tan buenas cuidadoras con nuestra propia vida.

Desde muy niñas algunas no hemos sido deseadas como mujeres por nuestras propias familias, los mensajes enviados a nuestro ser, es que somos frágiles, indefensas e incapaces de competir. Y quien se atreve a transgredirlos es considerada poco femenina. Pero la verdad es otra; como mujeres nos toca enfrentarnos con problemas los cuales son resueltos con habilidad y destreza en la mayorí­a de veces.

Nuestra palabra es cuestionada y por ende nos cuesta expresarnos, hemos sido diseñadas para ser susceptibles a la crí­tica, para ensoñar el mundo e idealizarlo. Tornándonos subjetivas en acontecimientos de la vida cotidiana.

La mayorí­a de mujeres es temerosa de ostentar el poder, sobretodo a lo que se refiere a cargos públicos, aunque siempre existen excepciones.

Notamos con facilidad nuestros defectos los cuales los generalizamos a todo nuestro ser, dejando de ver con objetividad todas nuestras cualidades. Cosa contraria en la autoestima masculina, los hombres con una cualidad que consideran distintiva e importante, engrandecen todo su ser y anulan todos los posibles defectos.

El problema de baja autoestima en las mujeres ha sido considerado de í­ndole endémica a nivel mundial. Lo que contribuye al surgimiento de enfermedades fí­sicas y psicológicas.

Ya que no velamos por nuestra salud fí­sica, varias no realizamos exámenes médicos importantes para la evaluación de nuestra salud de manera global y nos encontramos vulnerables a contraer enfermedades como el sida, otras enfermedades de transmisión sexual, o varios tipos de cáncer (seno, ovario, útero y otros).

Trabajar con nuestra autoestima consiste en cuidarnos en cada detalle de nuestro cuerpo y nuestro ser. En asistir a consultas de exámenes visuales, auditivos, ginecológicos, cuidar por nuestra salud oral y demás.

El deterioro de nuestro propio concepto y la reputación que tengamos de nosotras mismas, también, contribuye al desarrollo de cuadros depresivos, ansiosos y a la existencia de otras enfermedades psiquiátricas como son los desórdenes alimenticios (bulimia, anorexia, comer compulsivo), adicciones y demás.

Es por ello importante que nosotras las mujeres trabajemos de manera conjunta en el fortalecimiento de nuestra autoestima y ayudemos a la trasformación social, luchando contra los estereotipos de género que tanto daño nos hacen a nosotras e igualmente a los hombres de nuestra sociedad.