Austria se prepara a acoger el viernes al papa Benedicto XVI, un peregrino con la difícil misión de infundir ánimo a su alicaída Iglesia en un viaje en el que ha hecho un hueco para rememorar a las víctimas del Holocausto.
La visita oficial del Papa girará en torno al 850 aniversario de la fundación del santuario mariano de Mariazell, cercano a Viena, al que acudirá el sábado, festividad de la Natividad de la Virgen.
Pese al carácter apostólico del viaje, el Papa no desperdiciará la ocasión de recordar a aquéllos que padecieron la barbarie nazi en un homenaje ante el monumento por las víctimas del Holocausto en la plaza Juden de Viena.
Además, protegido por el habitual dispositivo de seguridad, que movilizará a más de mil policías, aprovechará su paso por tierras austríacas para mantener encuentros con el cuerpo diplomático y las autoridades.
En el país donde pasó muchas veces sus vacaciones y que le trae a la memoria gratos recuerdos de su niñez, el Papa alemán encontrará una iglesia desgastada por un escándalo de pederastia y los efectos de la secularización, que han reducido a un 67% el índice de católicos frente al 92% de principios del siglo XX, según los datos oficiales.
El caso de Austria, uno de los tradicionales feudos católicos en Europa central, es representativo, por lo que servirá de pretexto a Benedicto XVI para transmitir un mensaje a todo el viejo Continente.
Así lo adelantó el Vaticano: hablará de Europa y de su papel en el mundo.
Un lema guiará la visita, «Mirar a Cristo», que retoma el contenido de un libro escrito por el Papa cuando aún era el cardenal Ratzinger y enlaza directamente con uno de sus temas preferidos: las raíces cristianas de Europa en un mundo corroído, según él, por la secularización.
En la Iglesia austríaca, abrumada por las repercusiones de varios escándalos sexuales y por la pérdida de fieles, los sectores más progresistas habrían preferido abordar otras cuestiones espinosas, como el celibato obligatorio o la poca implicación de los laicos, con el fin de rejuvenecerse.
«La Iglesia católica atraviesa una profunda crisis de cambio» y quedará marginada si no logra modernizarse, afirmó Paul Zulehner, decano de la facultad de Teología de Viena.
Pero tanto los obispos austríacos como los sectores más conservadores insisten en que esos temas deben ser examinados, por su extrema complejidad, en foros representativos.
Las voces críticas del clero y de los católicos progresistas no serán las únicas que se harán oír en la capital austríaca.
Los colectivos de homosexuales y lesbianas tienen previsto protestar por el conservadurismo de la doctrina de la Iglesia católica. La Iniciativa Homosexual de Austria (HOSI, por sus siglas en alemán) ha sacado incluso un cartel en el que se lee «Cave Benedictum», es decir, «Vete Benedictum».
El protagonismo del Sumo Pontífice podría quedar deslucido por la tercera Asamblea Ecuménica Europea, que se celebra del 4 al 9 de septiembre en la ciudad de Sibiu (en el centro de Rumanía).