El australiano David Hicks se declaró culpable ayer de apoyo al terrorismo ante un tribunal militar en la base estadounidense de Guantánamo, Cuba, más de cinco años después de haber sido detenido en Afganistán.
Con mirada sombría, Hicks, de 31 años, permaneció incólume al lado de su abogado, el comandante Michael Mori, al declarase culpable de «apoyo material al terrorismo».
La declaración de culpabilidad evitaría un proceso -previsto para el verano boreal- y permitiría que el acusado sea trasladado a Australia, indicaron fuentes de la acusación y de la defensa antes del inicio de la audiencia.
El ministro de Exteriores australiano, Alexander Downer, se felicitó que uno de sus ciudadanos detenidos en Guantánamo se haya declarado culpable de terrorismo.
«Esta historia toca a su fin para el bien de todos», declaró a la radio ABC Downer, que aprovechó para deplorar los retrasos del procedimiento norteamericano.
«Tenemos un acuerdo con los estadounidenses según el cual podrá purgar cualquier pena residual de su condena en una cárcel australiana», afirmó Downer.
Hicks ha estado más de cinco años detenido en la prisión de Guantánamo, construida por Estados Unidos tras el derrocamiento del movimiento Talibán en Afganistán.
La audiencia se inició pasado el mediodía (hora de Guatemala) con un amplio despliegue de seguridad en la base naval estadounidense de Guantánamo, donde están detenidos cerca de 385 sospechosos de terrorismo.
Se trata de la primera audiencia ante ese tipo de tribunales, creados el año pasado por el Congreso estadounidense para juzgar a los llamados «combatientes enemigos» detenidos en Guantánamo, tras la invalidación por la Corte Suprema de la anterior fórmula planteada por el gobierno, por estimar que el presidente George W. Bush superó ampliamente sus potestades constitucionales.
No se permitieron cámaras dentro de la sala del tribunal, donde sesionó el juez militar Ralph Kohlmann.
Terry Hicks, el padre del detenido, dijo en Guantánamo que no ve a su hijo desde agosto de 2004 y declaró que la salud mental de éste era una «gran preocupación» para él.
El australiano se dejó crecer la barba y su cabello le llega al pecho. Puede, de ese modo, taparse los ojos con ellos para bloquear la luz y poder dormir, afirma uno de sus abogados, David McLeod.
Convertido al Islam, David Hicks fue tomado prisionero en diciembre de 2001 en Afganistán, donde habría combatido junto a los talibanes. Detenido desde enero de 2002 en Guantánamo, este hombre, apodado «el talibán australiano», es sospechoso de haber recibido entrenamiento con la red terrorista Al Qaida.
No está, sin embargo, acusado de haber disparado contra soldados estadounidenses o de haber preparado un ataque contra objetivos estadounidenses. Se le reprocha haber vigilado el edificio abandonado de la embajada de Estados Unidos en Kabul y de haberse reunido con el jefe de Al Qaida, Osama bin Laden.
El tribunal le comunicará formalmente ayer su inculpación por «apoyo logístico a una empresa terrorista».
David Hicks ya había sido inculpado en 2004 por «ayuda al enemigo» y «tentativa de asesinato», pero tales acusaciones desaparecieron con la primera fórmula de los tribunales de excepción.
El domingo, uno de sus abogados dijo que Hicks estaba considerando un posible acuerdo si confesaba pero no dio mayores detalles.
El Pentágono había pedido que se mantuvieran los cargos de tentativa de asesinato, pero la presidenta de los tribunales de excepción, la jueza militar Susan Crawford, estimó que no había suficientes elementos.
El abogado militar de Hicks denunció la nueva inculpación, explicando que apoyar una empresa terrorista era un crimen federal que debía ser juzgado por un tribunal civil antes que por un tribunal militar de excepción, reservado a los crímenes de guerra.
El caso de David Hicks suscitó tensiones entre Estados Unidos y Australia, donde la opinión pública le reprocha al jefe del gobierno conservador, John Howard, no haber hecho lo suficiente para lograr el regreso del detenido.
Durante una visita a Australia en febrero, el vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, había anunciado que si era condenado, David Hicks podría purgar su pena en su país.
La organización estadounidense de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch denunció ayer la audiencia ante el tribunal de excepción, estimando que Hicks debía ser juzgado ante un tribunal civil en Estados Unidos.
«El departamento de Justicia trató decenas de casos de apoyo al terrorismo desde el 11 de setiembre. Un tribunal civil, y no tribunales militares (…), es el lugar en el que debería encontrarse Hicks», estimó Jennifer Daskal, una abogada de la organización.