Austeridad gubernamental


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Toda política administrativa implica un manejo ponderado y con honradez, del orden de austeridad; contrario al derroche a manos llenas. En caso referente al recién posesionado, urgen manejos bajo severa austeridad. Tras el destape de corrupción severa, del anterior, encontraron las arcas vacías. Imposible llevar a cabo cualquier obra física, solo con cáscaras de huevo.

Juan de Dios Rojas


Ha sido la reedición del mismo sistema cada cuatro años, cuando finaliza el período consistente en el cuatrienio por demás sabido. Golpes tremendos son tamaña cuestión, capaces del generamiento de marras entre la ciudadanía, siempre quien lleva la peor parte, invariablemente. Empero, lo mismo, vuelve al escenario la esperanza persistente a empezar de nuevo otra vez.

Por regla general al despegue del nuevo mandato, existen coincidencias de opinión que pugnan en el sentido que todo proyecto deberá sustentarse en medidas claras de austeridad acrisolada. Imagen orientada a la popularidad bien ganada, será demostrar fielmente que el manejo tiene membrete de honestidad en todos los pasos emprendidos en los diversos rumbos.

La ansiada Doña Austeridad, exige manos limpias, cuentas claras en el momento preciso. Desde proyectos faraónicos en la mira, hasta los simples trabajos, en respaldo de su prestigio. Dispuestos también a realizar estrictas fiscalizaciones, a modo de prueba rotunda de limpieza. Eso será una constante inamovible, el mejor sello de “cuentas claras y el chocolate espeso’’.

Austeridad, que resuena fuertemente; sin embargo no basta ello, amerita obligadamente demostrarlo al pie de la letra. Entre otras cosas, limitar demasiado acciones de publicidad y propaganda, mismas actividades generadoras de rechazo, suspicacias y desconfianza creciente. No será factible trastocar la realidad de vacas flacas por su oponente de vacas gordas.

Que el lujo inconveniente no se apodere del gobierno central y los restantes  poderes del Estado. Tampoco de gastos ostentosos; sueldos y gastos de representación, dietas y viáticos propios de monarquías o de potencias económicas. Asimismo, evitar y evitar el harto como censurable hecho de colocar en puestos de alta categoría a nepotismo a miembros pertenecientes a su familia.

Provoca el consiguiente malestar e indignación que referidos exhiban en conjunto echar la casa por la ventana, otorgándole prebendas a quienes están en las alturas. Por ejemplo: el uso ilimitado de gasolina, teléfonos y libre citas médicas, exámenes de laboratorio, inclusive un enjambre de medicamentos de precios exorbitantes. Que de verdad, sea el cambio.

Esas imágenes de sucesivos gobiernos responsables son del desbarajuste en las finanzas estatales, las cuales por nada del mundo deberán continuar sangrando las ahora escuálidas arcas nacionales. Los integrantes de la nueva administración gubernamental tienen en su actuación el deber y obligación de contribuir a la recuperación material e institucional del país.

No puede haber austeridad si ante sueldos elevadísimos relativos a dignatarios altos de la Nación, lejos de hacerles una rebaja, en la práctica continúan muy campantes. Motivo de peso para ver las diferencias abismales atinentes a empleados menores, muy menores de la nutrida burocracia. Eso proseguirá haciendo gigantescas las diferencias en todo sentido.

Al final de cuentas la decantada austeridad, indispensable, urgente y necesaria ocupará por los siglos de los siglos el sitio escogido para los connacionales, de un modo o de otro. A ellos, más que a nadie les cae la viga encima, cosas veredes Sancho amigo, indicador del personaje inmortal Don Quijote. Son y seguirán siendo el chivo expiatorio ahora y siempre.

Rol mismo representante recurrente del cruel destino, sombrío dondequiera sea analizado con los pies en la tierra. Pedirle o solamente sea insinuado a la población, causa la posición de indignados a este sector desposeído. Empero a ellos toca, contra su voluntad, ponerla en práctica, sin alternativa, hoy en día con un alto costo de vida tremendo, no hay derecho.