De acuerdo a su filosofía, Chavela Vargas no murió, trascendió y se despidió como las grandes: abarrotando el Palacio de Bellas Artes, el máximo escenario cultural de la Ciudad de México.
Vargas conquistó el recinto en varias ocasiones a lo largo de su vida y en la final, la entrada del palacio se vio llena como pocas veces con periodistas y admiradores que formaban una ondulante fila esperando entrar para darle su último adiós.
Reyna Ramírez, estudiante de 28 años, viajó desde Guadalajara, Jalisco, para asistir al homenaje en el palacio. Era la primera de la fila y para lograrlo llegó a las 8:30 de la mañana.
«He retribuido un poco lo que Chavela siempre expresó sin tapujos, que es todo el cariño por México», expresó Ramírez. «Tenemos todo el cariño por ella y por lo que forjó en la cultura y sociedad mexicana».
En el interior del palacio un mariachi recibió el féretro de Vargas al ritmo de «El último trago», canción de José Alfredo Jiménez, un gran amigo de la cantante.
María Cortina, confidente y biógrafa de la cantante, ofreció unas emotivas palabras en el vestíbulo del palacio, lleno de arreglos florales, amigos, autoridades y admiradores de la cantante.
«Tantas cosas la vi crear que pensé que nunca se iba a morir. De verdad lo creí», expresó Cortina. «Pero hoy, Chavela, muerta, comienza tu leyenda y tu ejemplo comienza a esparcirse por México, por España, por donde se te quiere».
Cortina, quien junto a la cantante escribió el libro «Las verdades de Chavela», aseguró que a los 93 años Vargas parecía imparable. Relató que desde que tenía 80 la gente le pedía que se detuviera.
«Sin embargo siguió cantando porque le dio la gana, siguió recibiendo a los jóvenes porque le dio la gana, realizó un último viaje a España porque le dio la gana», dijo.
La llamada «Chamana» viajó a España para ofrecer un concierto de «La luna grande» y durante ese viaje fue hospitalizada por fatiga. Regresó a México pero continuó internada y falleció el domingo a causa de complicaciones respiratorias. Tenía 93 años.
«Mucha gente pensó que se quedaría allá, pero a ella le dio la gana venir a México entre sus mexicanos», dijo Cortina.
La presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar, destacó «el resonar social» de la cantante.
«Chavela Vargas cambió la forma en que la canción ranchera se escuchaba en el mundo», expresó.
Luego de una desgarradora interpretación de «La Llorona», uno de los temas que inmortalizó Vargas, sus colegas Eugenia León, Lila Downs y Tania Libertad interpretaron «La golondrina», canción típica de los funerales mexicanos, mientras que del público se desprendían gritos de «¡Viva Chavela!» y «¡Viva México!».
Cortina contó que Vargas había imaginado a «La llorona» más allá de la escena musical.
«Me dijo que La Llorona no podía ser nomás una canción o una leyenda. La Llorona tenía que ser un personaje de una obra de teatro. Ella ya estaba pensando cómo montarla», relató la escritora.
Tras la guardia oficial encabezada por Cortina, Sáizar, la secretaria de cultura de la Ciudad de México Nina Serratos y otros funcionarios, la gente comenzó a acercarse lentamente al féretro, ofreciendo muestras de cariño, depositando flores y afiches con la imagen de la intérprete.
Las enfermeras, que por años acompañaron a la cantante, también realizaron una guardia de honor, junto al féretro cubierto con el sarape rojo, negro y blanco de Vargas. Sobresalieron igualmente un par de mujeres que se colocaron frente al féretro y extendieron una bandera con los colores del arco iris representativa de la comunidad gay. Vargas fue famosa por romper los estereotipos machistas de la música regional mexicana e hizo pública su homosexualidad en 2002.
El féretro permaneció cerca de una hora en el recinto. Sus restos serían cremados.
Vargas realizó su última presentación en el Palacio de Bellas Artes el 15 de abril. Cantó acompañada de León y la española Martirio, con quienes presentó el espectáculo de su último disco «La luna grande», dedicado al poeta Federico García Lorca.
Vargas, quien se presentó en París, los mejores teatros de España y el Carnegie Hall de Nueva York, consideraba como su máximo honor llegar a Bellas Artes.
«El (Teatro) Olympia de París se supone que es el más importante del mundo, pero para mí el más importante es Bellas Artes de México», dijo en 2002 en el documental «Chavela» del español Manuel Palacios.