Cuando le empezaron a llamar por teléfono en diciembre exigiendo 20.000 dólares como protección, el doctor Román Gómez Gaviria no les prestó atención, pues estaba seguro que su clínica, en las afueras de la Ciudad de México, de ninguna manera podría interesar a los carteles criminales.
Pero unos meses más tarde, su tranquilidad quedó destrozada cuando un grupo de hombres armados irrumpió en su consultorio gritando «Doctor Ramón, bastardo, ¿dónde estás?»
«En el momento en que ellos se abalanzan sobre mí, para someterme y sacarme del consultorio, yo logro quitarle la pistola a uno de ellos de la cintura y les abro fuego inmediatamente. Entonces salen corriendo, heridos, de muerte, y mueren aquí a la vuelta. Ellos pensaba que yo, como médico, no iba a reaccionar pero yo tengo entrenamiento militar», recordó Gaviria.
Tales casos de extorsión han sido comunes desde hace tiempo en negocios en las zonas más violentas de México. Pero ahora la práctica se está generalizando. Una organización antidelito estima que los secuestros a nivel nacional han aumentado en un tercio en lo que va de año comparado con el 2012. Y a medida que se expande, el mundo de la extorsión está atrayendo tanto a criminales experimentados como a imitadores.
Según expertos, el aumento de las extorsiones es producto del éxito de la lucha contra los carteles de la droga. A medida que las autoridades han capturado a capos del narcotráfico y han desmantelado sus organizaciones delictivas, cientos de hampones de menor rango se han quedado sin ingresos y lo están buscando donde sea.
Las víctimas pueden ser empresas multinacionales, farmacias callejeras o vacacionistas inocentes. Las pandillas son menos organizadas, pero más numerosas que los carteles de drogas y afectan a zonas más amplias del país.
«Esto aumenta la presión sobre el gobierno con este tipo de delitos, porque claramente la gente puede vivir con actividades de narcotráfico, pero no puede vivir con actividades de extorsión y secuestros, nos afecta … además, afecta toda la actividad económica, desincentiva la inversión», dijo el experto en temas de seguridad Jorge Chabat.
En los primeros ocho meses del 2013, se reportaron 5.335 intentos de extorsión a nivel nacional, el mismo número que para todo el año pasado. De continuar el ritmo actual, el total para este año podría ascender a 8.000, casi el doble del 2007.
La industria del turismo, la tercera fuente de ingresos para México, ha sido una de las más afectadas. Aunque quedó mayormente intacta durante la guerra contra los carteles, asistida por Estados Unidos y lanzada en el 2006, el estado de Oaxaca gradualmente se ha convertido en guarida para el cartel de los Zetas. En meses recientes, distintos huéspedes en hoteles en la ciudad de Oaxaca han estado recibiendo llamadas telefónicas donde una persona les dice que serán secuestradas si no pagan entre 380 y 1.500 dólares, dicen fuentes del sector hotelero.
«La forma de operar es que llaman al hotel, piden hablar a determinada habitación y es cuando empieza la amenaza», dijo. Les dicen a los huéspedes que pertenecen a una banda delictiva, les piden entre cinco y 20 mil pesos, y que si no les entregan el dinero harán daño a su familia», dice Joaquín Carrillo Ruiz, un procurador estatal en Oaxaca. Mucho de los turistas, todos oriundos de México, reportaron la llamada en vez de acceder a pagar, pero eso no ha aquietado los temores en Oaxaca, donde el turismo en una fuente vital de ingresos.
«Tenemos que darle un alto, porque si no esto va desatar una escalonada de cuestiones en que no quisiéramos caer los prestadores de servicios turísticos», dijo Juan Carlos Rivera, presidente de la Asociación de Hoteles de Oaxaca.
Un grupo de músicos españoles cayó víctima de un intento de extorsión telefónica en la Ciudad de México este mes, aunque ninguno de ellos fue lastimado ni secuestrado.
Pero las autoridades mismas reconocen que la gran mayoría de extorsiones no se reportan, aproximadamente el 92% según un sondeo de víctimas del hampa realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas. Ese mismo estudio realizado en abril indicó que la extorsión es ahora el segundo delito más común luego de los atracos callejeros, conformando el 7,6% de los casos en el 2012, un aumento de aproximadamente dos puntos porcentuales comparado con el año anterior.
El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto dice que el aumento de las extorsiones, paradójicamente, es producto del éxito que ha tenido en su guerra con los carteles. Sería algo parecido a lo que ocurrió en Colombia, donde las extorsiones menores han venido en aumento desde que en la década pasada las autoridades han diezmado a las guerrillas marxistas, a las milicias paramilitares y a los carteles de la droga.
«Cuando disminuye el crimen organizado, aumenta el robo a casa, habitación, aumenta el robo a transeúnte, aumentan otros delitos», dijo Eduardo Sánchez, portavoz de la seguridad federal.
Sánchez dijo que no sabía si han aumentado los reportes de extorsión porque esos delitos se han incrementado, o si es porque la gente ahora se siente más cómoda reportándolos. Lo que no queda en duda es el efecto nocivo de ese tipo de actividad delictiva.
«La persona que recibe este tipo de extorsión, yo le llamo secuestro permanente, vive aterrorizada», dijo Sánchez.
Gaviria ahora tiene policías apostados en las afueras de su clínica, desde que ocurrió el incidente el 6 de febrero. Sin embargo, aún ve a unos hombres merodeando en los alrededores y él cree que son parte de la misma pandilla y que están protegidos por comandantes policiales corruptos.
«Pero de allí en adelante, mi vida ha sido un encarcelamiento en mi domicilio», dijo Gaviria, de 53 años de edad y nacido en Colombia, quien logró zafarse de sus atacantes, arrebatarle la pistola a uno de ellos y matar a dos a balazos.
El doctor Oscar Zavala, presidente de la Asociación Nacional de Propietarios de Farmacias, dijo que cerca de una de cada cuatro farmacias reportó haber sido víctima de un intento de extorsión en el 2012. La cifra verdadera es probablemente el doble de eso debido a que mucha gente no reportan las extorsiones por miedo, comentó.
Las pandillas usualmente llaman por teléfono y exigen unos 2.300 dólares al mes, diciendo «‘deposita la plata en mi cuenta o te secuestramos»’, dijo Zavala.
«Antes estaban exentas las farmacias porque éramos consideradas como giros blancos y ahora ya no, ahora la delincuencia hace de las suyas de manera pareja», expresó.
A comienzos de octubre, el periódico El Norte de Monterrey reportó que uno de sus camiones fue asaltado por una pandilla que golpeó al conductor a punta de pistola y le exigieron que se les pague 3.000 pesos (230 dólares) por semana, a cambio de permitirle distribuir periódicos en su territorio. Esa cantidad es más de lo que el camionero gana en una semana.
Al otro extremo del país, en el estado de Michoacán, desde mercaderes hasta ganaderos hasta operadores de plantas madereras han reportado que el cartel de drogas «Caballeros Templarios» les ha exigido el pago de «cuotas». El cartel es tan osado que en el 2012 atacó instalaciones de la empresa de alimentos Sabritas, filial mexicana de PepsiCo.
Para quienes se niegan a pagar, la represalia puede ser la quema de camiones o instalaciones, tal como se puede ver en gran parte de Michoacán. En épocas recientes algunas empresas privadas han formado sus propios cuerpos de seguridad a fin de tratar de ahuyentar a los extorsionistas, pero hasta ahora no han tenido mucho éxito. También se ha destacado al ejército en algunas zonas, pero ni siquiera eso ha impedido que los criminales amenacen a los camioneros que tratan de transportar combustible a poblados de la zona.
«Ahora tenemos el gobierno federal y el gobierno militar y aun así no pasa una pipa de gasolina. Sigue lo mismo otra vez, y con el gobierno, osea que no les importa para nada», se quejó Ramón Contreras Orozco, representante del gobierno local en la aldea de La Ruana.