Es ícono navideño. Imposible deje espacios sin llenar entre el desborde de animación característica de diciembre. Su demanda expande gustos como preferencias, colocándolos en primera línea. A manera de satisfactor con sus contenidos por demás bien marcados del orden colectivo lo hacen del todo necesario.
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No nos resignamos a la idea que estas festividades arraigadas en la conciencia nacional tomaran otro derrotero, debido a la transculturación forzosa. El señalamiento: «más alegre que unas pascuas», obvia alguna explicación, pues dicho arte es el mejor referente. Por lo tanto el reclamo tiene justificación a todas luces.
Los eventos en el marco especial ponen la nota escrita en un pentagrama único, de sobra conocida y apetecida también. La alegría conforma el mejor ingrediente en estas celebraciones, a cargo precisamente del arte musical. Sentimiento que se trasmite de inmediato en los corazones del conglomerado nuestro, en bengalas sobresalientes.
Cuando los oídos perciben aquellos sonidos del arte musical en el ambiente decembrino, causa reacciones positivas en los seres humanos. Para su deleite espiritual, hacedor a la vez de recuerdos diversos, incrustados directo a la interioridad. Qué satisfacción y relax, similar a un oasis en el desierto de disonancias a granel.
Música popular acompaña similar a su propia sombra, los rezados infaltables de Concepción y Guadalupe. Además se torna en la vanguardia de las inveteradas posadas, mediante percusiones de tortugas y chinchines vocingleros en las horas nocturnales, estampas evidentes de radiaciones afanadas en sobrevivir, a veces a pulso.
Es el alma verdadera de múltiples convivios epocales, enardecidos de entusiasmo, de repente solidarios, de repente gracias a la euforia del licor. Algunos empeñados en nuestras raíces profundas contratan marimba y en su mayoría conjuntos generados por la tecnología, cuyos resultados consiste en estruendos a tono con la moda.
Pero asimismo el arte musical representa un centro de interés mayúsculo de los bailes jaracandosos, casi gimnasia aproximada ya entre vaivenes globales. Tiene sitio escogido en ocasión festiva de las celebraciones de Pascua y Año Nuevo, estemos como estemos, sin excusa ni pretexto.
El adviento que resuma bastante según la confesión religiosa cristiana, constituye ocasión propicia de medir la proyección del arte musical. Coros, orquestas, cuartetos; melodía para los corazones, interpretan villancicos, motetes y canciones escogidas. En suma, el arte da vida referente a dichas conmemoraciones.
En conclusión y para resumir las vivencias que genera el arte musical, el mismo es mensaje por igual a ricos y pobres; a las clases sociales en armonía que alimenta el espíritu. Llega a colonias residenciales, a barrios antiguos, además a asentamientos donde sentó sus reales la limitación a la orden del día.
El arte musical durante las festividades pascuales y de Año Nuevo viste traje sencillo pero decoroso, congruente con las necesidades ubicadas en centros asistenciales. Lleva el mensaje navideño auténtico a los internos de hospitales y asilos, que viven el calor humano que tanto requieren en términos terapéuticos.
Las fechas aludidas están urgidas en sumo grado de una convivencia pacífica, solidaria y de sana alegría. Viene a ser la oportunidad apropiada de hacernos propósitos de cambio, inclusive de trazarnos metas de cara a contribuir al desarrollo, al bien común, según nuestras posibilidades. ¡Manos a la obra!