El sereno de la noche ha empezado a esparcirse sobre las hojas verdes. Al otro lado de la ventana, imagino al cielo deprimido ante el avance del tiempo que fulmina otro año. Y qué más da que el calendario pierda las hojas, qué importa que la luna se inflame una y otra vez cada cierto tiempo y luego se presente ante la oscuridad como un delgado hilo más amarillo que plata como la pintan los poetas. Que se acabe el año, que se mueran los días y las noches también, que se erosione el cerro que bañaba de sombra las petunias moradas y el rosal amarillo.
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Que se nuble mi vista, por el llanto, por la edad… algún día. El viento sopla suave, apenas se bambolean las ramas del cafetal, todo está oscuro, de luto quizá, estamos, sí, yo también, de duelo porque fallece diciembre tal y como acabó abril y septiembre. Mucha gente se ha ido, ¿cuándo lo haré yo? A lo lejos el motor de un carro opaca el rechinar de un grillo (no puedo recordar si onomatopéyicamente hablando hay una forma de decirlo) y también el manoteo, no, el dedoteo de mis falanges sobre el teclado, sonido que había ignorado tratando de mirar la noche, la negrura de las horas lo dificulta.
El frío ha empezado a sentirse, los trozos de madera que tenía en la improvisada chimenea de barro se han apagado, como este mes, que metafóricas pueden ser las cosas cuando se están buscando sinónimos de fin, cuando el ánimo está como el momento, cuando a pesar de los pesares y de querer dar vuelta a la hoja, no quiero aún despedirme.
Qué más da, que se vaya como se fue C, como lo hizo A, como lo hará L. Que suenen ya los cuetes para que este tortuoso silencio que sólo acompaña el clac clac de cada letra se interrumpa, que brillen las luces para que la densidad de las horas se aclare y para que yo vea otra similitud entre las gotas de llanto sobre las hojas frente a mi ventana, con las pringas de sereno que recorren mi rostro en este instante. Y así pueda por fin cambiar de página, despertarme del insomnio de estos días y caminar o descansar de nuevo, sin que la oscuridad, la negrazón, la noche me perturben tanto.