La reciente captura en el océano Indico del navío español «Alakrana» aviva el debate sobre la protección de los atuneros españoles y franceses que pescan frente a las costas de Somalia bajo constante amenaza de los piratas.
«Estamos en peligro permanente, estamos hartos», declaró el capitán de un pesquero español que trabaja en esta zona «desde hace 25 años».
«Desde hace años, hemos visto desarrollarse la piratería en el océano índico y tratamos de llamar la atención sobre este problema. La situación se ha hecho insoportable para los atuneros de arrastre», dijo el marino, interrogado en el mar por teléfono desde Nairobi.
El atunero gigante «Alakrana» fue capturado el viernes entre Somalia y las Seychelles, con 36 marinos a bordo, y llevado hasta la costa por los piratas.
Actualmente está anclado frente al puerto de Harardere, en la región del Puntland (centro de Somalia), y vigilado desde lejos por dos fragatas, una española y una francesa, que participan en la operación europea «Atalante» contra los piratas.
Este nuevo acto de piratería afecta esta vez a uno de los buque-fábrica en su mayoría franceses y españoles, que practican la pesca industrial en la zona.
Unos treinta atuneros de arrastre españoles más unos quince franceses operan también en ese sector.
Frente al peligro que representan los piratas, al menos doce de esos navíos han abandonado la zona para dirigirse a aguas más tranquilas en el Atlántico o el Pacífico.
La producción – más de 200.000 toneladas en 2007 – está en constante baja, desde que los atuneros se han convertido en objetivo de repetidos ataques desde hace dos años.
En teoría, la operación «Atalante» protege a los pesqueros hasta una distancia de 500 millas náuticas (unos 925 km) de las costas somalíes.
Pero para los tripulantes de los pesqueros, que afirman no haber recibido «ninguna carta o instrucción» de parte de «Atalante», las patrullas de las marinas de guerra son insuficientes si se tiene en cuenta la inmensidad de la zona de pesca.
A diferencia de los barcos mercantes, que navegan por vías marítimas bien determinadas, «la flotilla de pesca está diseminada por varios miles de kilómetros: es enorme e imposible de proteger», explicó el capitán.
«El peligro va mucho más allá de la zona costera somalí, pues se han señalado ataques en las inmediaciones de las Seychelles», agregó.
La solución de navegar en convoy, que propuso «Atalante» para los mercantes, no se adapta a los atuneros, que operan solos y según la presencia de cardúmenes.
Poco maniobrables por sus grandes redes de arrastre, estos navíos son aún más vulnerables, pues son incapaces de huir rápidamente en caso de que aparezcan embarcaciones sospechosas.
Los franceses han obtenido la presencia de militares de su país embarcados a bordo para proteger los navíos. «Es lo que ha resultado más eficaz por el momento», estimó el capitán, que reconoció sin embargo «un riesgo de escalada».
Sin protección a bordo «ya habríamos parado la actividad», confirmó Michel Goujon, director de la Organización de productores de atún congelado.
Los marinos españoles quisieran beneficiarse de una protección semejante, pero Madrid la rechaza, afirmando no disponer de capacidad para hacerlo y sugiriendo a los armadores que contraten servicios de protección privados.
En esta temporada, «los ataques apenas comienzan», advierte el capitán del pesquero español, que lamenta, no sin cierta filosofía, que «el depredador de atunes se ha convertido a su vez en presa».