Las autoridades sirias atribuyeron hoy el atentado que el sábado mató a 17 civiles en Damasco a una operación suicida efectuada por un «terrorista» procedente de un país árabe vecino y vinculado a un grupo islamista.
El atentado hasta ahora no fue reivindicado y la incertidumbre era casi total sobre la autoría de ese ataque, el peor desde los años 80 en Siria, cuando los Hermanos Musulmanes daban sangrientos golpes en pleno corazón de Damasco.
«La investigación preliminar ha demostrado que el vehículo que explotó el sábado en el sur de Damasco entró por un puesto fronterizo de un país árabe vecino y que el terrorista que lo conducía lo hizo estallar estando adentro», precisó la agencia de prensa siria SANA.
El carro «ingresó a territorio sirio el viernes» y los investigadores están «verificando la identidad del terrorista para un análisis de ADN», según SANA.
La agencia oficial siria indicó que las investigaciones sobre personas detenidas tras el ataque muestran que «el terrorista que se hizo estallar tenía vínculos con un grupo takfirista (ndlr: una variación extremamente violenta del islamismo radical), varios de cuyos miembros habían sido detenidos antes» en Siria.
Según SANA, las autoridades sirias están «buscando personas que están prófugas».
El vehículo, cargado con 200 kilos de explosivos, estalló el sábado en una calle concurrida, cerca de un puesto de los servicios de seguridad, en una intersección que lleva al aeropuerto internacional de Damasco y a la tumba de Sayeda-Zeinab (nieta del profeta Mahoma), un lugar de peregrinación chiita.
Diecisiete personas murieron y 14 resultaron heridas, todos civiles.
«Está claro que es una operación terrorista (…) y lamentablemente todas las víctimas son civiles», declaró a la televisión el ministro sirio del Interior, el general Bassam Abdel Majid.
Siria comparte frontera con tres países árabes: Irak, Líbano y Jordania, así como con Israel y Turquía.
Al día siguiente del atentado de Damasco, los análisis en la prensa diferían sobre los supuestos autores intelectuales.
«La lista de aquellos que niegan que Siria viva en seguridad y paz es larga», afirmaba el diario sirio al Watan, cercano al poder. «Empieza por Israel, pasa por los servicios de inteligencia y las milicias desplegadas en los países (vecinos) y termina en los grupos (islamistas) que interpretan mal la religión».
Según Ryad Kahwaji, un analista residente en Dubai, «ninguna parte» está «exenta de sospechas debido a conflictivos intereses regionales, pero sobre todo por la posición regional contradictoria» de Damasco.
Siria es un país «aliado de Irán, pero que lleva adelante negociaciones indirectas con Israel, condicionadas a un distanciamiento de Teherán», señaló Kahwaji.
Los atentados suicidas son rarísimos en Siria, donde las fuerzas de seguridad están omnipresentes, pero en los últimos meses se produjeron varios asesinatos e incidentes.
En agosto pasado, fue asesinado el general Mohamed Sleiman, responsable de la seguridad en el Centro de Estudios e Investigaciones Científicas de Siria.
El 12 de febrero, un alto responsable del Hezbolá libanés chiita, Imad Mughnieh, murió en Damasco al estallar su carro.
A fines de julio, las autoridades reprimieron una serie de disturbios en la cárcel de Saydnaya, una de las más grandes de Siria, acusando a «condenados por crímenes de terrorismo y extremismo» de impulsar actos de violencia que dejaron 25 muertos, según una ONG.
El atentado de Damasco fue condenado de forma unánime por la comunidad internacional.