Atitlán: ¿Una conspiración?


No parece haber lí­mite para la imaginación de nuestros funcionarios, al punto de que la contaminación del bello lago de Atitlán es vista por el vicepresidente Espada como una conspiración de los enemigos del régimen para desprestigiarlos, según publicación de ayer en Prensa Libre, en la que indica que no es una situación grave pero que alrededor de ese deterioro se ha montado una campaña para magnificar los daños.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

La verdad es que el deterioro del ambiente en general es una de las grandes preocupaciones porque no existe control para impedir que la actividad humana siga haciendo daños irreparables. Es cierto que el problema de Atitlán no es nuevo ni consecuencia de la indiferencia de este gobierno, sino que viene de mucho tiempo atrás. Pero eso no quita que en los casi dos años que lleva la UNE en el poder no se haya hecho absolutamente nada para detener la destrucción y por ello es justificada la preocupación de distintos sectores, inclusive de algunos grupos relacionados con el tema ambiental que han amenazado con iniciar acciones en contra de los tres últimos vicepresidentes por no haber actuado para atajar el problema que cae en el ámbito de sus responsabilidades.

En vez de asumir una postura de madurez que propicie una participación de todos los sectores en la búsqueda de soluciones, el Vicepresidente acude una vez más a la patraña de acusar de conspiradores a todos los que han hablado del tema, negando así­ la posibilidad de que existan guatemaltecos realmente preocupados por el ambiente en general y por el lago de Atitlán en particular, que tienen la intención de poner sobre la agenda nacional de debates la importancia de emprender acciones que atajen las ya identificadas causas del deterioro.

Porque resulta que siendo una contaminación que tiene causas variadas y complejas, que se iniciaron hace muchos años, hace falta una adecuada coordinación entre las diversas instituciones para emprender un proceso de rescate del lago. Pero si el punto de partida es considerar conspiradores y complotistas a los que han opinado sobre el tema, es obvio que no habrá ninguna reacción y que, por el contrario, el ánimo de los gobernantes será dejar que las cosas sigan su curso y a lo mejor hasta que empeore el panorama porque con ello estarán, según ellos, castigando a los chaleteros que han dirigido fundamentalmente la campaña.

Atitlán es uno de los recursos más valiosos del paí­s desde cualquier punto de vista y por lo tanto resulta poco cualquier esfuerzo que se haga para devolverle su pureza y terminar con el daño que le causa la actividad humana. Y para lograrlo hace falta un liderazgo serio y competente de las autoridades porque no es labor únicamente del Gobierno ni de las municipalidades de Sololá, sino que debe ser una actividad en la que se involucren diversos sectores de la sociedad y hasta de la comunidad internacional que sin duda mostrarán interés por contribuir a evitar que muera ese lago de belleza épica.

Siempre se ha dicho que no hay peor ciego que el que no quiere ver y eso se aplica efectivamente a tan pobre criterio de las autoridades que, suponiendo una conspiración en su contra, tienen el tupé de decir que no se trata de una situación realmente grave. Con esa mentalidad podemos empezar ya a cantar un réquiem por el que muchos guatemaltecos presentan como el lago más bello del mundo.