Al menos 60 personas murieron y 150 quedaron heridas el lunes, según el último balance, en dos atentados con bombas en mercados de Bagdad, pese a las operaciones de seguridad de las fuerzas estadounidenses e iraquíes, y dos alemanes desaparecieron desde el martes pasado en Irak.
El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, anunció en Bruselas que dos ciudadanos alemanes habían desaparecido desde el 6 de febrero en Irak, sin precisar su identidad. Steinmeier no excluyó que «pudiera tratarse de un secuestro».
El doble atentado en Bagdad se produjo mientras los chiítas conmemoraban el primer aniversario según el calendario musulmán del atentado de 22 de febrero de 2006 contra el mausoleo chiíta de Samarra, que desencadenó la violencia religiosa en el país.
Los dos ataques dejaron por lo menos 60 muertos y 150 heridos, según un balance provisorio suministrado por una fuente del ministerio de Defensa.
El primer atentado, perpetrado con un coche bomba, tomó como blanco alrededor de las 12H15 hora local (09H15 GMT) un centro comercial cerca del mercado de Chorja, el mayor de la capital, situado sobre la orilla este del río Tigris.
Unos 15 minutos después, un artefacto artesanal estalló en medio de un mercado en Haraj, aproximadamente a 1 km al sur.
De acuerdo con los testigos, dos coches bomba estacionados en el sótano de un gran centro comercial cerca de Chorja estallaron. Los comercios de ese edificio de dos pisos, ocupado por mayoristas de ropa, se incendiaron.
«Mi negocio ardió totalmente, perdí 100.000 dólares», declaró llorando a la AFP uno de esos comerciantes, Mohamed Haida.
«Los empleados del gobierno se quedan tranquilamente en sus oficinas, sentados en sus sillas», protestó este negociante, lamentando la falta de acción de las autoridades ante la inseguridad.
Estos atentados coincidieron con el fin de los 15 minutos de paro en el trabajo por parte de los iraquíes obedeciendo a una convocatoria del primer ministro Nuri al Maliki para conmemorar el atentado de Samarra, una ciudad sunita al norte de Bagdad. Según la ONU, al menos 34.000 personas murieron en la violencia confesional en 2006.
En un comunicado publicado en esta ocasión, el gran ayatolá Ali al Sistani, la principal autoridad religiosa chiíta del país, pidió tolerancia a sus fieles.
«Nosotros pedimos a todos los musulmanes que conmemoran este triste aniversario que muestren la disciplina más estricta y que no cometan actos perversos contra nuestros hermanos sunitas, ya que ellos no son culpables de ese crimen», dijo.
El domingo, Maliki anunció que las fuerzas de seguridad iraquíes acordonarían sus barrios, en el marco de un nuevo plan de seguridad instaurado para pacificar a la capital y cuyo lanzamiento había sido anunciado la semana pasada por el ejército estadounidense.
«La misión de seguridad será gradualmente cada vez más poderosa», señaló un comunicado del servicio de primer ministro.
El plan de seguridad prevé a corto plazo el despliegue de 85.000 hombres, 50.000 soldados y policías iraquíes y 35.000 soldados norteamericanos.
Esta estrategia, centrada en una presencia incrementada de las fuerzas de seguridad, se basa sobre todo en la instauración de puestos avanzados en los barrios.