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La explosión ocurrió cerca de una zona donde efectivos del gobierno mantienen una ofensiva contra insurgentes musulmanes que se separaron de un grupo rebelde mayor, el Frente Moro de Liberación Islámica, que concertó en fecha reciente un acuerdo de paz con el gobierno.

Las víctimas, ninguna grave, fueron alcanzadas por fragmentos resultantes del estallido en el poblado de Datu Saudi Ampatuan, en la provincia de Maguindanao, expresó el portavoz militar, coronel Dickson Hermoso.

Un reportero y un camarógrafo del canal TV5 informaban desde el lugar donde había ocurrido antes otra explosión que tampoco dejó víctimas pero que desinfló los neumáticos de un vehículo militar blindado.

La segunda bomba estallo 45 minutos después de la primera cuando los comunicadores seguían a soldados que viajaban en dos vehículos blindados. Según las autoridades, los heridos fueron los dos periodistas, seis soldados y cuatro civiles.

El canal televisivo informó en un comunicado que ambos periodistas regresarían por aire a Manila.

Las explosiones ocurrieron tres días después de que efectivos del ejército capturaran un campamento rebelde que tenía secciones para adiestramiento y fabricación de bombas.

Las bombas son fabricadas de manera ordinaria con proyectiles de mortero y granadas impulsadas con cohete, a las que se activa electrónicamente mediante teléfono celular.

«Este tipo de bombas son típicas de la guerrilla de acuerdo con lo que hemos recuperado de su campamento», expresó Hermoso.

«Los rebeldes activan bombas en comunidades civiles y no les importa quién resulte afectado; estos hechos son un ejemplo», apuntó.

Al menos 52 insurgentes y un soldado han muerto en los diversos enfrentamientos ocurridos desde el lunes, dijo.

Los rebeldes que pertenecen al Movimiento Bangsamoro de Libertad Islámica, que luchan por el establecimiento de un estado independiente, se separaron del Frente Moro para la Liberación Islámica que concertó con el gobierno un acuerdo que les concede mayor autonomía pero no un estado separado.

Las partes concluyeron la semana pasada las conversaciones de paz en Malasia, país que medió en el diálogo tendente a poner fin a cuatro décadas de rebelión musulmana en el sur de Filipinas.