El atentado contra el tren Nevski Express, que el pasado viernes causó la muerte de por lo menos 26 personas, constituye una primera prueba política para el presidente Dimitri Medvedev, y hace surgir nuevamente el temor al terrorismo en el corazón de Rusia.
El jefe del Estado, que enfrenta el primer gran atentado mortífero de su mandato, deberá elegir entre medidas políticas severas, siguiendo el ejemplo de su predecesor, Vladimir Putin, o una reforma de las fuerzas del orden, criticadas por su falta de eficiencia, estimaron analistas el lunes.
El drama del Nevski Express, que hacía el trayecto entre las dos principales ciudades rusas, Moscú y San Petersburgo, «constituye un desafío para el Kremlin, pues muestra un poder incapaz de garantizar la seguridad del principal eje del país», afirmó Alexander Konovalov, presidente del Instituto de Evaluaciones Estratégicas.
Se trata del primer atentado de semejante magnitud en Rusia de los últimos cinco años.
«Es el acto terrorista más sensacional desde (la toma de rehenes en la escuela de) Beslan» por un comando pro checheno, en septiembre de 2004, que terminó con la muerte de 334 personas, destacó el lunes el diario popular Komsomolskaia Pravda.
«Por supuesto, hay explosiones en Chechenia, atentados sangrientos y estruendosos en Ingusetia y en el vecino Daguestán. Pero todos esos actos terroristas tienen lugar en alguna parte del norte del Cáucaso», lejos de la capital y del corazón económico de Rusia, agregó dicho periódico.
«La explosión del Nevski Express tomó por sorpresa a los servicios de inteligencia», destacó otro cotidiano popular, Trud, que tituló en su portada «Vuelve el Terror».
«Bajo Putin, un atentado de semejante envergadura hubiera podido provocar una serie de represalias políticas, como las que él lanzaba generalmente después de cada acto terrorista importante», estimó el analista independiente Dimitri Oreshkin.
Luego de la toma de rehenes de Beslan, Putin anuló la elección de los gobernadores, que a partir de ese momento son designados por el presidente, y reforzó la famosa «vertical» del poder político.
«Sin embargo, el nuevo amo del Kremlin trata cada vez más de salir de la sombra de su predecesor. Por lo tanto, puede reaccionar en forma diferente», afirmó Oreshkin, señalando por ejemplo que Medvedev destituyó a tres generales luego de una serie de explosiones mortales en noviembre en un depósito de municiones.
«Medvedev trata de confirmar su imagen de político al estilo occidental, quiere mostrar un enfoque independiente y presentarse como un dirigente más abierto», opinó Alexei Makarkin, vicepresidente del Instituto de Tecnologías Políticas.
«El atentado lo coloca en una situación desfavorable, pero él no duda, contrariamente a su predecesor, en mostrar que se implica» en la gestión de la crisis, insistió Oreshkin.
Al presidente ruso «sólo le queda una alternativa, la de reformar las fuerzas del orden», concluyó Oreshkin.