Atascados en una aparente paradoja


Si usted se detiene por un momento y trata de abstraerse de la insoportable realidad de este paí­s, logrará experimentar la sensación del desconcierto y casi burla que ocasiona descubrir que conviven en la misma dimensión distintas Guatemalas. En un mismo dí­a se anuncia que le regalan un auto que cuesta dos o tres veces una casa de condominio, por ejemplo, si usted mete una pelotita blanca de un solo tiro en un hoyo lejano en medio de un jardí­n extenso; al mismo tiempo se informa de la extorsión y abusos sexuales de dos diputados a jóvenes mujeres a cambio de láminas o empleos; ¿cómo se interpreta esto? Hay alguna relación.

Julio Donis

Nada es casual y este paí­s no es normal sino abismal. La dualidad de la realidad contenida en los contrastes que se ven por doquier por donde usted alce la vista, oculta una intencionalidad, me explico; la noción del guatemalteco está todo el tiempo moldeada hacia una autoexplicación, sutilmente inducida por el lenguaje de los medios de comunicación masiva, por lo que dicen los economistas y los polí­ticos, incluso por los informes de la cooperación internacional, y por lo que dicen intelectuales, por supuesto por lo que vende la publicidad y por las voces que Aman a Guate y que lo motivan a que si tocó fondo, se levante. Este es el mensaje de la derecha que quiere exponer sus bondades como muestra de los beneficios que usted podrí­a tener, si compra el mensaje maniqueo de «El bien triunfará sobre el mal, la paz y la seguridad frente al terrorismo y la inseguridad», etc.

Dichas bondades se anuncian a todo color principalmente en los centros urbanos, desde la capital y avanzan a las principales cabeceras, ya el pollo que siempre va con el payaso come hamburguesas han extendido su reino. Lo que se ofrece es megálico, faraónico, gigante, porque el mensaje es la felicidad infinita. Torres de lujo se inauguran y se construyen a todo vapor, para que usted alce su vista en la comodidad de un apartamento; los torneos de golf internacional ya tiene lugar porque grandes extensiones se convierten en jardines de ese entretenimiento. No olvidemos los centros comerciales que se erigen cada vez uno más moderno y grande que el otro, al punto de la saturación del mercado; hoteles que ahora son boutiques para maximizar la rentabilidad y asegurar la privacidad; restaurantes que venden la exclusividad para pocos y la solidaridad en tiempos de crisis bajándole el precio a su comida chatarra. Sigo, gimnasios y spams que harán lo imposible con su figura para que usted sea socialmente aceptado, o lo masajearán para sacarle el estrés, y si no funciona siempre se puede ir de compras para despejar la mente.

La lista se vuelve interminable, pero creo que he sido suficientemente ilustrativo con el listado de aquellas bondades que van poco a poco despojando al guatemalteco de su memoria histórica para reprogramarlo a la condición del consumismo. Sin embargo, no todo es color de billete y hay un pequeño problema. El paraí­so de las bondades del consumo no podrá ser realidad para todos, esto no es nuevo y ya lo sabí­amos; pero para los que pueden meter la pelotita en el hoyo de un solo tiro y llevarse su nave, hay ciertas adversidades que la derecha no logra resolver. Las fronteras son vulnerables, el ambiente de violencia permanente aleja al turista y al capital que quiere invertir, el paí­s es ya inmanejable y en esas condiciones su proyecto polí­tico y económico, digo el de la derecha, jamás podrá consumarse porque el proyecto tiene una tara de origen, está construido sobre un modelo servil. Su principal sirviente un Estado enclenque y debilucho que nunca desarrolló dignidad, ahora le toca enfrentar nuevos villanos que hacen peligrar la tranquilidad del mercado, y ahora urge que don Estado desarrolle músculo rápidamente para garantizar justicia, seguridad, derecho, paz y demás condiciones que aseguren las bondades.

El señor Estado no alcanza a desarrollar fuerza y capacidad de reacción, ha habido que traer refuerzos de afuera que le ayude con los villanos y la impunidad, peor se presume que está fallido. í‰l se encuentra atascado en la contradicción servil y la culpa histórica de sus omisos que se convirtieron en atroces actos. Ya se probó la transición a la democracia, la transición del Estado y de la economí­a, ahora se expone la justicia en transición, pero lo único que está en transición son los guatemaltecos que pierden su imaginario colectivo por la distorsión individualista del consumo.