La mayoría de los personajes históricos empiezan a destacar desde temprana edad y son pocos los que surgen más allá de los 50 años. Entre estos últimos está Atanasio Tzul, quien nació cerca de 1760 (no hay datos exactos) y su momento histórico llegó en 1820 cuando tenía 60 años (una edad avanzada para la época). Provenía de una familia de jaboneros y tuvo cierto liderazgo comunal. En 1813 fue nombrado Calpul (principal) de Linkah y pocos años después era el líder reconocido de esa parcialidad y de las de Pachah, Uculjuyub, Chiché y Tinamit.
Un año antes de nuestra independencia la región de Totonicapán tenía dos reyes, en Madrid, su Majestad don Fernando VII y en Totonicapán, Atanasio Tzul; y es que se coronó, nada más y nada menos, como rey y a su esposa como reina, a su aliado Lucas Aguilar lo nombró Presidente. En otras palabras la primera región de toda la provincia que se declaró independiente de España fue Totonicapán y por lo mismo fue el primer Estado independiente (30 años antes que el Estado de los Altos).
La revuelta encabezada por Atanasio Tzul fue motivada por los impuestos ¡Siempre los impuestos! Desde las invasiones napoleónicas España estaba debilitada y todas sus colonias convulsionadas –fueron los años de la mayoría de independencias latinoamericanas. La Constitución de 1812 promulgada en Cádiz era muy liberal (los españoles conocían en carne propia lo que era una invasión) y abolieron los tributos reales; pero la estrella de Napoleón empezó a declinar en ese año y al siguiente, 1813, fueron expulsados de España. De regreso en el poder don Fernando VII –el Rey Felón–, no estaba dispuesto a acatar la Constitución; por el contrario reinstaló el absolutismo en España y sus efectos se hicieron sentir en las colonias. Aumentaron los impuestos y se restableció el tributo real que existía desde 1536 y consistía en el pago de una cantidad, en dinero o especie, que debían hacer efectivo los indígenas desde que se casaban o de 18 años a los 50 por ser súbditos del rey de España (como derecho de piso por vivir en sus tierras). La recaudación correspondía a los cabildos indígenas y se establecía por tributario, independientemente de sus ingresos. No aplicaba a negros libres, mestizos, mulatos, caciques, tlaxcaltecas. Solamente a los indígenas. Se cobraba en Navidad y el Día de San Juan Bautista.
La rebelión de Tzul no duró mucho: solamente 20 días. Una milicia de mestizos lo sometieron, lo azotaron y condujeron a Quetzaltenango. Al año siguiente, con la Independencia, se le otorgó indulto. A nuestro primer gobernante (y el último de España), Gabino Gaínza, se pidió la abolición de los tributos pero solo los redujo.
A Totonicapán se le reconoce como ciudad prócer en reconocimiento a ese primer intento de emancipación. Sin embargo, no es tal anticipo, no se proclamaba la Independencia de todo el país, ni hubo coordinación alguna con los criollos capitalinos; fue el intento particular de liberación, pero de la región quiché de Totonicapán; lo que querían era sacudirse el dominio español y ser de cualquier otra potencia (incluyendo la de los criollos).
En todo caso Toto siempre se ha marcado como una región agitada, rebelde, inconforme. Por algo será. Y es importante recordar que lo que ahora sucede, ya sucedió, y si se mantienen las mismas condiciones va a volver a pasar.
Imagino a don Atanasio como una persona de edad, con marcados rasgos propios de su pueblo, con gesto adusto y expresión hierática pero cargada de dignidad. Así lo recuerdo cada vez que transito por la Calzada que, en la capital, lleva su nombre.