El vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, escapó ileso de un atentado suicida perpetrado el martes contra la base de Estados Unidos en Bagram (Afganistán), en el cual murieron al menos 14 personas.
El atentado suicida fue perpetrado en la entrada de la base área de Bagram, situada a 60 km al norte de Kabul y donde funciona el cuartel general de las fuerzas de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Afganistán.
Cheney llegó anoche a Afganistán procedente de Pakistán, y tuvo que pasar la noche en la base de Bagram debido a una fuerte nevada que le impidió viajar a Kabul, donde este martes se reunió con el presidente Hamid Karzai.
Hacia las 10:00, un hombre «atravesó a pie un punto de control establecido por soldados afganos y se dirigía hacia la entrada principal de la base, vigilada por tropas estadounidenses, cuando hizo estallar su carga», indicó un policía que se encontraba en el lugar.
«Unas 20 personas yacían por el suelo, muertas o heridas», añadió.
Hasta el momento las cifras sobre las víctimas eran confusas. El ministerio afgano de Interior facilitó inicialmente un balance de 18 muertos, entre ellos tres soldados extranjeros.
A continuación, la coalición extranjera, dirigida por los estadounidenses, anunció la muerte de un soldado estadounidense y dos civiles afganos y más tarde de tres extranjeros, entre ellos un militar, y unos 20 heridos.
Un periodista en el lugar vio los cuerpos sin vida de 11 civiles afganos en ataúdes que eran transportados en ambulancias fuera de la base.
Un responsable del ministerio de Información dijo que murieron 15 afganos.
Este atentado, que no ha sido reivindicado de momento, es uno de los más mortíferos perpetrados en Afganistán desde que cayó el régimen de los talibanes, a finales de 2001.
«El vicepresidente está sano y salvo» y horas después del atentado viajó a Kabul para reunirse con el presidente afgano, aseguró su portavoz, Lea Anne McBride.
En Kabul, Cheney habló de terrorismo y seguridad con Karzai y poco después abandonó el país.
La coalición extranjera en Afganistán, que dirige Estados Unidos, está integrada por unos 11 mil efectivos, en su gran mayoría de nacionalidad norteamericana, junto a otros 35 mil soldados pertenecientes a la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) de la OTAN.
Estados Unidos y Reino Unido, los países que más contribuyen a la fuerza extranjera en Afganistán, prometieron reforzar su contingente en este país para luchar contra los talibanes.
Unos 27 mil militares estadounidenses se desplegarán en este país, mientras que ayer, el ministro británico de Defensa, Des Browne, anunció el envío de unos 1.400 soldados.
El vicepresidente norteamericano llegó a Afganistán el lunes procedente de Pakistán, donde se entrevistó con su presidente, Pervez Musharraf, al que pidió que extreme su lucha contra los talibanes y Al Qaida en la frontera con Afganistán.
Cheney también destacó en Islamabad «las graves preocupaciones de Estados Unidos» tras las informaciones proporcionadas por los servicios de inteligencia norteamericanos sobre una ofensiva de los talibanes en primavera contra las fuerzas armadas occidentales en Afganistán, según un comunicado oficial paquistaní.
Unas 4.000 personas, sobre todo insurgentes, civiles y policía afgana, murieron en 2006, el año más mortífero desde la caída del régimen talibán en Afganistán.
El atentado suicida, que causó 14 muertos, contra la base aérea norteamericana de Bagram (Afganistán), donde se encontraba el vicepresidente Dick Cheney, muestra que los talibanes y la red terrorista Al-Qaeda se han introducido en los servicios secretos afganos, según los especialistas.
El ataque de este martes a la base de Bagram, cerca de Kabul, también demuestra la cada vez mayor sofisticación de los recursos que tienen los extremistas, que se preparan para una ofensiva durante la primavera boreal contra las tropas occidentales presentes en el país, añaden.
El día anterior al atentado, Cheney pidió al presidente paquistaní, Pervez Musharraf, que refuerce su lucha contra los rebeldes afganos agrupados en tierras paquistaníes fronterizas con Afganistán.
«Esto demuestra que los rebeldes han entrado en los servicios de información de las fuerzas de seguridad afganas», explicó el ex general paquistaní Talat Masud.
Las visitas de Cheney a Pakistán y Afganistán no se anunciaron y se mantuvieron en un secreto aún mayor que el viaje del presidente George W. Bush a estos países en marzo de 2006.
«Estaban esperando una visita de alto nivel para atacar. Esta visita, aunque se mantuvo en secreto, se conocía en algunos círculos en Kabul e Islamabad», añade el escritor Ahmed Rashid, autori de un libro sobre los talibanes.