El nuevo jefe de Gabinete, Sergio Massa, 36 años, asumía hoy alentado por expectativas de cambios en el desgastado gobierno de Cristina Kirchner tras alejarse un hombre clave y sufrir una dura derrota en el Senado que cerró un conflicto agrario de 130 días en Argentina.
Massa dejaba la alcaldía de Tigre, en la periferia norte de Buenos Aires, para hacerse cargo de la jefatura de Gabinete, en reemplazo de Alberto Fernández, que renunció ayer en una medida que no por previsible dejó de ser otro cimbronazo para la presidenta peronista socialdemócrata.
En numerosas entrevistas dadas horas antes de asumir, Massa prometió «mucho diálogo» con la oposición, las provincias y el sector rural, y aseguró que dirá a la mandataria «cada cosa que pueda ver, sentir, percibir que haga falta para trabajar, mejorar la gestión de gobierno y la vida de los argentinos».
«La función esencial de Massa será decir la verdad a los Kirchner», dijo el analista Rosendo Fraga.
La llegada de Massa, un joven dirigente peronista que construyó una relación de confianza con el matrimonio Kirchner y elogiado como un administrador eficaz, abre tantas expectativas como incógnitas.
Habrá que ver si esto abre una etapa de renovación profunda en una gestión de apenas siete meses, pero en la que varios ministros cargan con el desgaste de haber pertenecido al gabinete del ex presidente Néstor Kirchner (2003/7).
«La salida de Fernández es la de una pieza esencial en el esquema K (por los Kirchner). Nada va a ser igual. No sabemos cómo será», admitió el consultor político Enrique Zuleta Puceiro.
En su carta de renuncia, el jefe de Gabinete desde 2003 instó a la mandataria a abrir «una nueva instancia en su gobierno» y a «contar con un nuevo elenco de colaboradores para enfrentar la etapa».
«No tenía sentido seguir en un lugar donde me costaba sostener lo que pensaba. Creo que es poco lo que puedo aportar en esta instancia. Hay cosas que vemos distintas», dijo hoy Fernández en declaraciones radiales.
Por el momento, el jefe de Gabinete aparece como el único recambio, y siguen en funciones el ministro de Planificación, Julio de Vido, y el controvertido secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, cuya supuesta salida inminente se viene anunciando en la prensa desde hace varios meses.
El alejamiento de Alberto Fernández se produce a menos de una semana de la derrota del gobierno en el Parlamento, cuando el Senado rechazó un proyecto oficial para imponer estratégicos tributos móviles a las ventas externas de granos, cuya aplicación en marzo habían desatado la rebelión agraria.
La inédita crisis agraria, con lock out de productores, puso en peligro la pujanza económica de un país que crecía a casi 9% anual.
El sector rural logró unir tras su reclamo un amplio arco político opositor y dio aire a un sector disidente dentro del peronismo que intenta desafiar la hegemonía «kirchnerista», indiscutible antes del conflicto.
«El justicialismo está partido y los opositores ya son un frente significativo. Sergio Massa viene con un poco de frescura para un estilo sin matices. Los Kirchner manejan tan mal la sutileza como la mesura. Nada puede ser observado fuera de la obsecuencia o el desconcierto», señaló Jorge Mayer, director de Ciencias Políticas de la estatal Universidad de Buenos Aires.