Así es muy difícil la justicia


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No he tenido a la vista los documentos y demás actuaciones que sustentan las acusaciones en los dos últimos casos judiciales en contra de personajes influyentes y, por ende, no puedo emitir a ciencia cierta un juicio de valor al respecto, pero como guatemalteco me queda una sensación de vacío al ver situaciones de este tipo.

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt


Las juezas del caso han fundamentado de manera sistemática que el Ministerio Público no ha sido capaz de probar los hechos y que ellas no pueden resolver, sin tener elementos de prueba, de manera diferente a como lo han hecho. El MP, por el contrario, ha argumentado que sí tienen las pruebas suficientes para que al menos los sindicados queden ligados a proceso.
El punto más importante es que de esa manera, le damos la espalda a la justicia pero sobre todo a la verdad. Ni siquiera damos la oportunidad de que los casos se conozcan a fondo y es increíble, que si los jueces han dejado ligadas a procesos a algunas personas por acusaciones de delitos menores, en estos casos de impacto ni siquiera dan la oportunidad de que se ahonde en la acusación.
Como mencioné, no en estos procesos, pero en otros sí he podido conocer el trabajo del ente investigador y si no son perfectos, al menos sí lo suficientemente certeros para que, dando lugar a la justicia, se permitan ahondar en los hechos y que en base a la presentación de pruebas de descargo y mayores averiguaciones, se pueda alcanzar un veredicto que dé más certeza social.
El MP, en el caso de Gloria Torres, al haber investigado y reasignado a algunos fiscales, ha reconocido que han existido deficiencias y se dijo que la forma en que presentaron el caso fue deficiente. Pero dentro de ese mismo proceso, como en todos, existe prueba documental que tiene validez independientemente de cómo la presenten las partes.
Ayer decía que los modelos se agotan y el decir que uno es honorable porque sí, es uno de esos ejemplos. Así como ese argumento, lo usa alguien de la alta sociedad sin acreditar su aseveración más que presentar su credenciales sociales, lo mismo hacen los de una clase social menor presentando sus credenciales de poder, pero ni uno ni otro, lo prueban.
 Y así como podrían haber deficiencias en el MP, no podemos pasar por alto las que ocurren en los tribunales del país y todo es consecuencia del manoseo que se ha dado al sector justicia, en donde los diversos grupos de poder se disputan la designación de sus allegados para garantizar el manto de impunidad.
Los fallos de estas dos juezas han dejado mucho que desear, pero sobre todo por la desfachatez posterior, porque son una total falta de respeto al decoro de los guatemaltecos honrados los argumentos vertidos. No se trata de alentar resoluciones vacías o sin fundamento, pero como dije, los procesos también tienen pruebas documentales que al no ser valoradas por las juezas, las convierten en cómplices de la impunidad.
Pero así es nuestro país, unas de cal y otras de arena. No obstante, creo que es momento de animar a esos fiscales honrados, devotos y entregados, a los jueces probos que luchan por el Estado de Derecho y aquella minoría de magistrados honestos, que luchan por un mejor sistema de justicia.
A todos ellos, es momento de decir ¡gracias! y por favor, no claudiquen, mientras nosotros como sociedad, debemos hacer esfuerzos para cerrar filas a su alrededor, para que algún día, podamos hablar de que en Guatemala existe un verdadero Estado de Derecho.