Los asesinatos de choferes de camionetas en Guatemala iniciaron puntualmente durante las últimas elecciones presidenciales y corrió el fuerte rumor, incluso en medios escritos de prensa, donde se decía que la misma táctica utilizó la Mano dura en El Salvador con el fin de sugerir que ellos tenían la fuerza para eliminar el problema.
Es sumamente difícil saber a ciencia cierta cuáles son las fuerzas que han logrado estructurar tan formidablemente la estrategia, la logística, el reclutamiento de soldados, etcétera, para llevar a cabo la infame, sistemática y recurrente tarea.
Es variada también la elucubración sobre cuáles son los objetivos reales de semejante atrocidad, que sin miramientos deja una estela de sangre adicional a la ya sanguinolenta historia de esta bella tierra tropical llamada Guatemala.
Lo cierto es que cuando analizamos este asunto, vemos que hay un sinnúmero de personas y/o entidades que podrían beneficiarse de semejante caldo de cultivo que mete miedo, aterroriza y doblega totalmente las aspiraciones de un pueblo que poco se ha preocupado por el engrandecimiento colectivo de su nación. De esa suerte, la publicidad que realizan algunos medios de comunicación con fuertes apelaciones ad populum, han logrado aumentar a niveles impresionantes el histerismo colectivo.
Edgar Gutiérrez, articulista del diario elPeriódico, escribió un análisis sorprendente en el cual menciona a extorsionistas que extorsionan a los dueños de autobuses el subsidio multimillonario que reciben cada año y en partes conducentes, Gutiérrez expresa en página 15 de la edición del jueves 26/03/09: «La lógica de los extorsionistas es macabra, pero evidencia el interés que los mueve. No destruyen las camionetas, pues matarían la fuente de dinero; tampoco «necesariamente» ejecutan a los propietarios, pues si no, ¿Quién paga la extorsión? Se ensañan contra el eslabón débil de la cadena (tristemente fungible en un mercado laboral deprimido), el piloto.» (sic).
Sin embargo, las acciones en contra de los choferes de camionetas parecería que no vienen de una sola fuente común. Algunos medios de comunicación y sus clásicos columnistas se interesan por endilgarle la culpa a los abstractos «mareros» y a la «falta de gobernabilidad del presidente de la República». Pero el asunto es mucho más profundo.
¿Quiénes podrían tener el interés, el capital y los recursos logísticos y estratégicos para realizar esas tareas? Pensemos.
Desde el alcalde capitalino, el abominable ílvaro Arzú Irigoyen, con la finalidad de limpiar el camino para meter el transmetro por todos lados sin encontrar oposición sólida. La policía de Emetra baila al son del alcalde; hasta los mismos camioneteros o choferes con el fin de pedir aumento de precio al pasaje y/o aumento al subsidio que, irónicamente les dan los gobiernos.
El mismo gobierno podría tener interés en llevar a cabo una parodia mortal con la finalidad de ocultar asuntos mayores que se estén cocinando tras bambalinas; así como instituciones políticas de la oposición con el fin de demostrar al pueblo que Colom y su gente no pueden gobernar y que voten por ellos en las próximas elecciones.
Al CACIF le interesa que gobernantes dúctiles sigan haciéndoles el juego a sus intereses económicos.
¿Quiénes más, piensa usted estimado lector, podrían tener interés político, conocimiento y recursos para construir semejante tramoya?
No vaya a pensar en el Smiley, como Salvador Gándara.