Asesinato y trata de seres humanos: el caso de Michelle (I)


Michelle era el nombre usual de una niña sin problemas en la escuela y siempre mantuvo estrecha relación con su madre. Quienes la conocieron recuerdan sus ademanes simpáticos y alegrí­a. Cuando saludaba no dejaba de esbozar una sonrisa. Amable, nunca peleaba con nadie. Siempre vestida en forma apropiada para desenvolverse en el municipio de Camótan -donde el calor está presente con casi 40º centí­grados todos los dí­as- en el departamento de Chiquimula, La perla de oriente. Alba Michelle España Dí­az le dijo a su madre, Rosa Elena Dí­az Nufio, que visitarí­a la librerí­a Mita pues «le tení­a preparada una gran sorpresa». No regresó. Fue asesinada por quienes asumen en Guatemala cambiar niños o niñas por dinero.

Carlos Cáceres

Michelle habí­a ganado concursos pues destacaba en sus estudios y tení­a prestancia para que diferentes jurados la escogieran como representante infantil de Camotán. Con sus 8 años de vida no podí­a más que pensar en un futuro halagí¼eño, aunque resentí­a la ausencia de su padre quien, ante la pobreza prevaleciente en Camotán, decidió integrarse a la migración laboral guatemalteca en Estados Unidos y, en cuatro años, no ha regresado. El ardid de mostrarle la posibilidad de ver a su padre le fue desplegado por una de las victimarias, Ingris Marisol Martí­nez: una mujer sin aceptación social en el pueblo por la venta, adicción a drogas, y ejercer la prostitución, junto a Jesús Interiano. Fue Ingris quien llevó con engaños a Michelle a la cantina Puerto Libre y, luego, retenerla en la casa de las hermanas Marciana y Jesús Interiano Recinos. Posiblemente, utilizar frases como maldad humana o ausencia de valores se puedan adjudicar a quienes asesinaron a Michelle. Pero, faltan adjetivos para señalar a quienes, en forma irracional, asesinaron a la niña.

La desaparición de Michelle angustió a la madre y sus solicitudes de ayuda movieron a la gran mayorí­a de pobladores. Todos la buscaban. Las campanas de la iglesia concentraron a la gente en su búsqueda y ésta se amplio a municipios y aldeas. La idea de trasladar posteriormente a Michelle a un prostí­bulo de Chiquimula para continuar con la red organizada para la trata de seres humanos, se vino abajo pues no habí­a salida. La meditada acción criminal para que vecinos y vecinas no encontraran a la pequeña, fue la causa para asesinar a la niña con un objeto contuso, destrozándole cara y cráneo. El dolor fue intenso. Hubo alevosí­a, saña, perversidad, artificio para realizar el delito (astucia y engaño). Su cuerpo golpeado apareció en un camino de terracerí­a, despoblado, que de la aldea El Basilar conduce a la aldea Muyurcó. Ahí­ su cuerpo fue parcialmente devorado por animales.

Las ciudadanas y ciudadanos de Camotán estaban alterados. Cuando descubrieron el cadáver de la pequeña y, según testigos que habí­an visto a Ingris con Michelle, descubrieron la casa donde habí­a sido asesinada, lincharon a Marciana. Los otros responsables fueron rescatados por la Policí­a y llevados a juicio. Ahí­ se demostró que la niña no habí­a sido violada pero, según informes médicos, se pudo comprobar que la niña sufrió actos deshonestos realizados con mano y dedos. Según la legislación guatemalteca, se ubican como Abusos Deshonestos Violentos.

Durante el desarrollo del juicio adquirió especial importancia la presencia de hechos como el resguardo, el proceso y acordonamiento de la escena del crimen, los testigos quienes expusieron lo que habí­an escuchado y visto, la metodologí­a de los peritos como el registro de medidas de los indicios con base al método lineal base y el de requisa denominado punto a punto. También se localizaron restos de ropa que llevaba la niña en la casa donde la asesinaron, fotografí­as (en especial para la prueba de luminol), así­ como videos realizados por el Ministerio Público, y los dictámenes médicos efectuados con rigor profesional.

El factor básico para secuestrar a la niña fue lo concerniente al dinero. Desde el inicio del plan, se trababa de llevar a Michelle con personas que inicialmente le entregarí­an mil quetzales a Ingris Marisol Martí­nez (una persona sin recursos económicos), y otros integrantes del crimen organizado se encargarí­an de cubrir la ruta económica hasta sacar de Chiquimula a la niña. La otra mujer, Jesús Interiano, tení­a un ingreso de treinta quetzales a la semana, lavando y planchando ropa. A ella le entregarí­an 20 mil quetzales por Michelle. Estos factores señalan la presencia en Chiquimula, en especial el municipio de Camotán (figura entre los más pobres de Guatemala), de una red de delincuentes relacionados con la trata de seres humanos. Esta realidad cuyas operaciones aportan utilidades millonarias, se refiere a la compra y/o venta de seres humanos para explotarlos. Involucra el transporte de personas dentro de o por las fronteras por medio de la violencia, engaño, coerción o fuerza, para colocarlas en situaciones de abuso o explotación. Es el caso del traslado forzoso de mujeres (adultas y menores de edad) para ejercer la prostitución. También incluye pornografí­a, matrimonios no voluntarios, tráfico de órganos, falsas adopciones y explotación de menores. La trata de seres humanos es un negocio internacional tan lucrativo que, en breve tiempo, superará al comercio internacional de drogas y armas. Sus utilidades, según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), oscilan al año entre 7 mil millones y 10 mil millones de dólares.