Asesinar, suicidar o embrutecer


Luis Felipe Valenzuela es sólo el precedente para dar a entender qué es lo que podrí­a suceder si se continúa haciendo uso de la libertad de expresión para exponer el pensamiento y criticar lo que creemos que no está funcionado bien y haciendo mal uso de los recursos del pueblo.

Guillermo Castañeda Lee, CUI 1996 53836 1905

Dicen que en guerra avisada no hay muertos, pero para que se capte el mensaje de que habrá guerra, tienen que haber muertos, que es precisamente lo que está sucediendo.

Cuántos más tendrán qué haber, eso no lo sabemos, pues esto parece ser solo un tanteo de medición de las reacciones. No las que hubo con el asesinato, pues estas son producto del momento y no cuentan, sino que las que cuentan son las formas de cómo se sigan enfocando los problemas por el periodismo y por personas particulares, que podrí­an pasar de la crí­tica a la complacencia.

Es notorio que los asesinatos son producto del sicariato o sea que es claro que existen esos grupos armados en el paí­s. Siempre se rumoreó que el crimen organizado hací­a uso de esos sicariatos para eliminar adversarios. También se rumoreó que este crimen organizado estaba enquistado en el Estado, por lo que se aplaudió la venida de la CICIG para que investigara si era cierto lo que todo el mundo daba por cierto.

¿Qué pasó? Dos ex funcionarios encargados de la seguridad informan a la CICIG que tienen los datos del sicariato organizado en el Estado por la señora Blanco Lapola y sencillamente esta dependencia, que eso fue lo que vino a investigar, dice que la información no sirve.

Si no sirve la información que dan los que eran encargados  de la seguridad del Estado, ¿entonces qué información es la que puede servir?

Ojalá despertemos antes de que muchos tengan que irse a dormir anticipadamente o que otros tantos planifiquen su suicidio, que es la maldición de los que osan criticar la ambición, ya que según parece, no se detendrá ante nada ni nadie, pues para eso son las campañas publicitarias masivas para adormecer bolsillos de propietarios de la media, embrutecer la mente de los ciudadanos, para que como corderos digan sí­ a las imposiciones, sin tener que usar el sicariato.