Da pena, vergí¼enza, grima y a la vez tristeza, ver cómo a la luz del día, a la vista de todo el mundo, por órdenes superiores por supuesto, la Policía asaltó a los puestos de ventas callejeras de discos de música «pirata» sin ningún análisis. Si es así o no, en forma arrebatada, indiscriminada y a granel, se llevaron la mercadería como cuerpo del delito, sin autor responsable del mismo, ni siquiera averiguar a quiénes acusar de lo recogido masivamente, considerado en más de un millón de piezas. Todo sin haber sido los afectados, como dice la ley: «citados, oídos y vencidos en juicio» sino extrajudicial y extraconstitucionalmente. ¿Qué dirían a eso los procuradores de derechos humanos, de justicia y por los pobres? ¿Qué dice el publico? ¿Qué opina el pueblo?
Los propietarios de esas ventas convencionales están legalmente establecidas, son personas que prefieren trabajar honradamente a su saber y entender, a no ser delictivamente asaltantes, ladrones, secuestradores o cobradores ilegales de impuestos a gente igualmente sana como ellos, por lo que deben ser preferibles a los otros, a menos que haya quienes quisieran verlos incrementando las bandas de maleantes, antisociales que hoy exceden en el país.
Los interesados y favorecidos de estos procederes son los monopolistas del negocio original, que denuncian a los que los perjudican con la piratería, quienes son a la vez tan adinerados como ellos para esconderse, que es a quienes debiera de buscarse con inteligencia, y no perjudicar a los minivendedores callejeros honrados, para romper por «la pita más delgada» y fácil, en vez de los autores del propio cuerpo del delito pirata, con los cuales se quisiera escarmentar dañando más la economía del país, y malgastando a la autoridad tirándole a pobres zanates inculpables, con los que se desacredita a la Policía, Ministerio Público y la justicia en Guatemala.
La libre mediana y pequeña empresa y el comercio informal, hoy día es una tabla de salvación de los que quieren vivir al margen del bandolerismo, y buscar cómo sobrevivir de lo legal y honesto en algún trabajo honrado, ¿por qué empujarlos más al mal, del que ya se tiene de sobra, y no al bien, orientándolos a donde obtener la mercadería legalmente negociable? Se debiera de afinar la inteligencia en la búsqueda de los originalmente causantes de la piratería, y no dañar y mal impulsar a los pobres y honrados quitándoles sus tablas de salvación y que se hundan en el fango del mal tan abundante.