Ante los acontecimientos que se están disparando en gran parte del centro viejo de la ciudad de Guatemala, suena la alarma de peligro por toda la zona. Es natural que la preocupación primera de los propietarios de dichas áreas, sea la ausencia de sus posesiones que ¡se las tragó la tierra!  Donde el tiempo transcurrido, historia de toda una vida, queda sepultada con las pertenencias heredadas de anteriores generaciones. Hoy pasan a ser seres sin identidad. Ahora son dueños del aire, porque no podrán construir en el subsuelo que por debajo de ellos, los mira sin comprender lo que pasó. Son la historia perdida, vidas sin recuerdos, fotos de antaño, nada que recuperar. ¿Y qué opina el sabio edil? ¿Pero qué va a decir? Si no entiende, por qué tanto alboroto, por la pérdida de unas casitas de nada, que en su opinión dejaron de ser funcionales hace más de 50 años. Es más, nunca calificaron como casas, por la sencillez de la época en que fueron construidas, para la clase media.  Pero, para los dueños eran pequeños palacetes, donde refugiaron las alegrías con la venida de los hijos y el adiós de los abuelos que fueron velados en esas mismas casas, que albergaron algunos de los Sacramentos, allí también celebraron la primera comunión los nietos.  ¿Quién pagará por esas sencillas viviendas? ¿Se hará responsable ílvaro Arzú, de la reposición de esos hogares?  ¡Porque seguro que no estaban aseguradas, cuando el sueldo apenas cubre las necesidades básicas!  Recordemos que son la gente trabajadora que sostiene la economía de un país, como hormigas salen a trabajar todos los días, por un salario poco remunerado, pero que, para vivir, saben apretarse el cinturón, con tal de pagar a tiempo las cuotas al banco, del techo que los cubre de las inclemencias del tiempo.  No abandone a esa gente, que a lo mejor votó por usted y fue en Nochebuena, por aquel tamal, con tal de verlo de cerca y compartir al tomarse una foto con el Alcalde, misma que tal vez estuvo puesta en lugar preferencial en la sala de esas casitas de color pastel.  Apiádese de ellos, porque volverán a votar por usted, todas las veces que sea necesario.