Los grupos en que se divide la derecha política de Guatemala están alborotados. No es para menos. El alcalde ílvaro Arzú ha removido el hormiguero de dirigentes políticos, afiliados o simples ciudadanos que se inclinan por las variadas gamas del amplio campo conservador, que no salen de su estupor; algunos regocijados porque creen que el ex Presidente de la República es capaz de poner orden en esta sociedad convulsionada por la violencia criminal, la corrupción generalizada y el desenfreno político; y otros, con los nervios alterados porque pierden terreno; mientras que los atomizados sectores de la izquierda sonríen satisfechos ante esta turbulencia ideológica.
  Austeros editorialistas, solemnes analistas políticos, severos periodistas de opinión, enfáticos abogados constitucionalistas y, por supuesto, enciclopédicas e impávidos activistas de la sociedad civil se han referido en torno a lo expresado por el burgomaestre capitalino, en el sentido de que le gustaría ser nuevamente Presidente de la República, al grado de que el adusto columnista Mario Antonio Sandoval no tuvo empacho de escribir el pasado viernes esta impresionante frase:»La ilusión de Arzú de ser presidente implica un ataque a la Constitución de Guatemala».
  Al leer tan enjundiosa sentencia de un miembro de la Real Academia Española traigo a cuenta un parangón sobre la libertad de pensamiento y la libertad de expresión, puesto que la primera constituye el espacio interno del espíritu, en el que el hombre es soberano de sus ideas y en el entendido de que las ideas por si mismas son ajenas al derecho, como también la esperanza, la fe, el anhelo y la ilusión a la que se refiere el copropietario de Prensa Libre.
  El mismo Sandoval acude al diccionario para señalar lo que significa ilusión: «Concepto, idea o imagen sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentimientos». Si una ilusión es delito per se, igualmente sería estar enamorado, nostálgico, optimista, festivo, para citar algunos sentimientos o emociones.
  No comparto la ideología del alcalde Arzú, pero no me enfada que tenga ilusiones, mismas que han arrobado a guatemaltecos que lo admiran y añoran; pero también han enfurecido a quienes lo detestan, calificándolo de prepotente, y a los que se suman seguidores cercanos de varios alicaídos precandidatos presidenciales de la derecha.
  Antojadizamente creo que el alcalde no está pensando seriamente en figurar de candidato al cargo que ya ostentó y que sus declaraciones referentes a este tópico sólo han sido para levantar ronchas entre sus adversarios políticos y mediáticos; pero sí han venido a ahondar las diferencias de los grupos políticos derechistas, erosionando las aspiraciones presidencialistas de Pérez Molina, Baldizón y otros del mismo signo.
  (Un líder político derechista le cuenta al columnista Romualdo Tishudo: -Fijáte que yo sólo sueño con ratas y culebras. Mi amigo inquiere: -¿Y no has visto a un médico? El precandidato presidencial responde: -No; sólo ratas y culebras).