La «fe no le quita nada a su genio, a su arte, al contrario lo exalta y lo nutre», declaró el sábado el papa Benedicto XVI al recibir, en la Capilla Sixtina del Vaticano, a 260 artistas, en lo que se consideró una operación de seducción del mundo de las artes por parte de la Iglesia católica.
Al encuentro con el Papa, celebrado en la capilla que simboliza la edad de oro de las relaciones del papado con la elite artística, asistieron representantes de todas las artes, desde el cine, Peter Greenaway y los hermanos Taviani, hasta la literatura, Claudio Magris, pasando por la arquitectura, Mario Botta, y la música, Andrea Bocelli.
«Con este encuentro quiero expresar y renovar la amistad de la Iglesia hacia el mundo del arte. Esta amistad debe ser apoyada en permanencia, adaptarse a los nuevos tiempos y tener en cuenta los cambios socio-culturales», dijo el Papa a sus invitados.
La «fe no le quita nada a su genio, a su arte, al contrario lo exalta y lo nutre», explicó Benedicto XVI a sus invitados, que saludaron su discurso con una ovación.
«No teman dialogar con los creyentes», agregó en un discurso erudito con citas del escritor ruso Dostoievsky, el pintor francés Georges Braque y la filósofa francesa Simone Weil.
El Papa, pianista emérito, invitó a los artistas a ser los «guardianes de la auténtica belleza», lamentando que, «con demasiada frecuencia, la belleza que se nos muestras sea ilusoria y engañadora, superficial y enceguecedora».
El discurso de Benedicto XVI «por un lado expresa el entusiasmo por la belleza del arte y por el otro el miedo que siente el Papa con respecto a algunas formas de arte contemporáneo juzgadas obscenas», analizó Mario Politi, vaticanista y editorialista del diario italiano Il Fatto.
Interrogado sobre el carácter muy europeo y, particularmente, italiano, del encuentro, Politi indicó que «el Papa estaba angustiado por el hecho de que Europa, que fue la cuna y la columna del cristianismo de Estado, esté hoy secularizada».
«Italia es la última muralla», dijo Politi.
El presidente del Consejo pontifical de la cultura, monseñor Gianfranco Ravasi, justificó por su parte el eurocentrismo del encuentro por el hecho de que los invitados debían financiarse el transporte y el alojamiento.
«En el futuro organizaremos algo por continente o nacionalidad», indicó Ravasi a la AFP.
Los invitados, obsequiados con una medalla del Papa, manifestaron su entusiasmo con una prolongada ovación de pie.
«Sentí una gran emoción como no había sentido en mucho tiempo», declaró el tenor ciego italiano Andrea Bocelli.
Este encuentro «nos hace entender que tenemos un lugar importante en la sociedad», estimó el cantante Riccardo Cocciante.
Para el director de cine italiano Vittorio Taviani, «la inspiración del arte y la de la fe nace un misterio único y eso es lo que puede acercar la fe y el arte».
En 1999, el papa Juan Pablo II había señalado que la Iglesia tenía «necesidad del arte» y en 1964, hace 45 años, en la misma Capilla Sixtina, el papa Pablo VI había hecho un mea culpa de la actitud de la Iglesia frente a los artistas.
Para Marco Politi, en el discurso de Benedicto XVI faltó «un aspecto de autocrítica de parte de la Iglesia» ya que la cuestión de las relaciones entre la Iglesia y los artistas «no puede resolverse sólo organizando una reunión».