El gobierno argentino trabaja desde hace un siglo en la creación de una cultura antártica que podría culminar en 2010 con la apertura de una residencia para artistas en territorio helado.
«Queremos que el acervo artístico sobre la Antártida tenga un centro de exposiciones en el continente», dijo el coordinador del proyecto, Sergio Policastro.
El lugar elegido sería la llamada Bahía Paraíso de la base Brown, que está siendo reacondicionada para desarrollar esta nueva actividad.
Esto supondría un paso más allá dentro de una iniciativa que desde 2004 incluye en las expediciones argentinas a la Antártida a una comitiva de artistas compuesta por escritores, fotógrafos, pintores y poetas, entre otros.
La puesta en marcha de este proyecto se debió al traspaso de jurisdicción del territorio antártico, que pasó de las Fuerzas Armadas a organismos civiles de gestión, obligando a la creación de una cultura local.
Ahora, con la llegada del buen tiempo y la reapertura de las actividades en territorio helado, se reemprenden también este tipo de proyectos en las seis bases permanentes y las siete temporales que Argentina posee en la zona.
Pero este año la logística será más complicada debido al hundimiento del rompehielos «Irízar».
«Estamos apelando a distintos medios extranjeros para reformular el sistema. Pero este año va a ser más difícil organizar visitas breves y los artistas, por lo general, no pueden estar mucho tiempo», explicó Policastro.
El año pasado, tres artistas tuvieron la oportunidad de viajar con la flota argentina, entre las que destaca Pamen Pereyra, una española que trabaja con objetos tridimensionales, y quien estuvo exponiendo su obra inspirada en la Antártida en galerías de Barcelona y Galicia.
Otras dos artistas españolas, Mireia y Mercedes Massó, llevaron a cabo un proyecto que combinaba ciencia y arte, mientras que el artista argentino Jorge Horta, trabajó en la zona de Marambio exponiendo su obra en la Bienal del Fin del Mundo.
LA EXPERIENCIA DE UN PINTOR «ANTíRTICO»
Pero uno de los primeros artistas en visitar la Antártida a través de este programa fue el pintor Alberto Morales, quién el próximo 3 de diciembre inaugurará en Ushuaia una muestra con 25 acrílicos inspirados en uno de los últimos territorios vírgenes del planeta.
«Fueron 45 días de viaje. Me llevaron a Ushuaia y fui transportado en un Hércules hasta la base científica Juvani, construida hace unos 50 años», dijo Morales al recordar su experiencia.
Morales pintó cuatro obras grandes más una gran cantidad de bocetos y 600 fotografías, parte de lo cual compondrá el material que expondrá a partir del 3 de diciembre en Ushuaia. Pero más allá de la obra, la experiencia parece haber marcado un punto de inflexión dentro de su trayectoria artística.
«Lo que más me impresionó de la Antártida es la omnipotencia que descubres en ella, te das cuenta de la fragilidad del ser humano frente a la naturaleza y te hace recapacitar sobre quién eres.»
Sin embargo, la cara negra de su visita fue para Morales observar el «claro descongelamiento de la Antártida».
«Es doloroso verlo, apuntó. Las paredes de los bloques de hielo lloran constantemente, caen los bloques pequeños que se desparraman por toda la costa. El cambio climático es un hecho, e hice una pintura donde hablo del retiro del glaciar en un lugar donde aparecen los primeros musgos, y en la Antártida nunca había musgo».
En Ushuaia Morales participará también en una muestra colectiva de «artistas antárticos» que se inaugurará el 5 de marzo, dando a conocer la obra de 13 artistas (7 extranjeros y 5 argentinos), entre los que se encuentran dos españoles, dos canadienses, un neocelandés y un estadounidense.
Lejos de lo que se pueda pensar, existe a lo largo de todo el año una buena comunidad de científicos argentinos con sus familias en las bases permanentes de la Antártida.
Según Morales, en la base Juvanis «existe mucha camaradería, cada uno se dedica a su tarea y por la noche se juntan. El viernes, por ejemplo, es el día de la pizza en toda la Antártida, y eso significa que es un día social y todos los que viven en la base y en los barcos se dedican a guitarrear, charlar, ver películas y sobre todo a comer pizza».
En las bases argentinas funcionan desde hace unos años escuelas para los niños e incluso una sala de cine abierta recientemente como parte de un emprendimiento del Instituto Argentino de Cine (Incaa).
Aunque el continente de hielo está protegido por diversos tratados internacionales, diversas naciones tienen su ojo puesto sobre la futura soberanía de unos territorios ricos en recursos naturales.
En esta competencia, Chile y Argentina, dada su proximidad y actividad en la zona, serían las naciones con más legitimidad a la hora de realizar estos reclamos.
Sin embargo, muchos otros países, como el Reino Unido en los últimos meses, tratan de reafirmar su papel en una competencia que, por el momento, se limita a ir allanando el camino de futuros litigios.
En este sentido, la creación de un círculo cultural genuinamente antártico parece formar parte de esta estrategia.