Arte y violencia


El Club de la Pelea es una pelí­cula que presenta las implicaciones de una sociedad violenta sobre una persona que no es capaz de soportar tal carga.

Con relación a esta última semana, en que Guatemala sufrió una crisis psicótica al darse cuenta qué tan violentos somos, hoy reflexionamos sobre la violencia y la cultura que la amamanta, así­ como algunas teorí­as estéticas sobre la violencia en el arte.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

La naranja mecánica reflexiona sobre que la violencia es la mejor muestra de nuestro libre albedrí­o.Asesinos por naturaleza defiende la tesis de que es la sociedad quien engendra a las personas violentas.La Virgen de los sicarios es la novela sobre un asesino del narcotráfico colombiano, que aprendió a resolver todo a través de las balas.Cronos comiéndose a sus hijos, de Goya, que presenta con gran crudeza este mito de la cultura griega clásica.

INTRODUCCIí“N

Desde la estética forjada por los griegos, éstos se esforzaron -y ciertamente lo hicieron- de evadir las escenas violentas, sobre todo en los teatros. Aunque, es obvio, que muchas historias contení­an esta crudeza, pero ellos sólo la referí­an, y jamás la hací­an presentar en público.

Incluso, el bueno Homero se pulió bastante para evitar descripciones violentas en su guerra de la Iliada, y quizá sólo en la escena en que Aquiles arrastra el cadáver de Héctor, es cuando utiliza cierto morbo.

Sin embargo, la estética clásica enseñó que la violencia era obscena, no en el sentido sexual, sino en el etimológico, es decir que obsceno significa, en griego, «fuera de escena».

Pero, como es obvio, los tiempos cambian, y a pesar de intentar un rescate de la estética clásica en el siglo XVII y XVIII, desde el barroco español, pasando por el romanticismo, las vanguardias y el arte actual, los artistas parecen estar más influenciados por la violencia.

Y es que, aunque la bondad inspire, es probable que ésta sólo dé impulso para un par de versos, mientras que la estética de lo feo, de la violencia, impulsa a dar más de sí­ para inspirar obras.

Ejemplo de ello es Fedor Dostoievski, el genial novelista ruso y generador, en buena parte, de las caracterí­sticas de la novela moderna. í‰l, intentando crear una novela sobre un hombre bueno, terminó en un resultado muy diferente, y por tanto lo tituló «El idiota» a esa novela. Pero no sólo él, sino que otros artistas anteriormente.

Quevedo se regocijaba en la estética de lo feo, al igual que otros tantos españoles del Siglo de Oro. El Quijote, por ejemplo, debió de haber surgido de la profunda frustración de Cervantes, que tras una vida dificultosa -en que enfrentó hambre, guerra y cárcel- habrí­a estallado en la novela más reconocida de todos los tiempos.

La historia de amor de Romeo y Julieta, no hubiera sido tal si no hubiera habido un enfrentamiento entre familias, asesinatos y suicidios; si no, que lo digan los autores de las óperas clásicas, que como parte de la estética debí­an hacer morir a alguien en escena, procurando que fuese un buen tenor o una soprano capaz de conmover al público.

Y en pintura no habrí­a que olvidar a Goya, que ya se habí­a hecho renombre al ser el pintor de los reyes de España, pero que en la clandestinidad hací­a grabados con tintes infernales, y sus posteriores cuadros negros, con machos cabrí­os celebrando aquellares y dioses comiéndose a sus hijos crudos.

DEFINICIONES

Y es en este punto que cabe la pena preguntarse sobre la relación entre la violencia y el arte, para lo cual hay que plantearse algunas definiciones, no exactas, pero que sí­ sirven para el transcurso de este texto. Artista es -para este ensayo- quien logra captar todos los elementos de su realidad y logra codificarlo y expresarlo en otros términos, en una clave estética. Y violencia es todo cuanto atente al ser humano… obviamente, aquí­ cabe mucho, y sobre todo, hechos tan indignantes como los ocurridos en los últimos dí­as en el paí­s.

El artista, por sí­ mismo, no puede sugerir violencia; no puede sugerirla, porque para poder expresarla, debió sufrirla, ya sea personalmente o como testigo. Por ello, la violencia en el arte debe ser un indicio de que la sociedad que engendró al artista y al arte es violenta.

Según Jacques Lacan, el célebre psicoanalista que perfeccionó las teorí­as de Freud, ha dicho que el ví­nculo entre arte y violencia ha sido una constante en la historia de la cultura, ya que el artista refleja su realidad. El artista, además, no necesita de paliativos para suavizar la violencia; en cambio, necesita exponerla a todo su explendor, y por ello, cada vez existe un arte más crudo.

ARTE Y VIOLENCIA

El filósofo italiano Gianni Vattimo ha sido uno de los que han reflexionado más a fondo sobre la relación entre arte y violencia, y no logra concebir un arte sin violencia.

Vattimo ha afirmado sólo puede hablarse de arte y violencia situándose en el marco de la responsabilidad civil del arte, «que empezó a ser una creencia compartida en el siglo XX. Las vanguardias fueron la expresión del abandono de la neutralidad artí­stica.

También ha dicho que definir la violencia es difí­cil. «No hay una verdadera definición de violencia. Incluso Hannah Ardent, que ha trabajado mucho en torno de la problemática, no ha aportado una definición, pero creo que puede entenderse como el hecho de impedir a los cuerpos que ocupen su lugar natural. De modo que sólo puede medirse en términos de libertad».

El arte, entonces, puede asumir el compromiso de promover la libertad y la no violencia. Y de allí­ surgen dos niveles en que éste puede contener o incluir la violencia: Podemos hablar de arte violento, es decir obras que incluyen escenas de crueldad -explicó? o de un arte que denuncia la violencia social y pública. Es decir, el arte comprometido, como lo entendí­a Sartre».

Para él, una obra de arte puede provocar al menos dos tipos de sensación: extrañamiento y tranquilización. Y entre ambas se juega el equilibrio. «Pero, bueno, yo no voy a dormir con el Ulises, que además de que se entiende poco no ayuda a dormir, prefiero un thriller de Agatha Christie», bromeó con ocasión de un conferencia, pero luego aclaró: «Las obras que no son tranquilizadoras, que no ayudan a dormir, ésas que provocan un choque y que nos sacan del horizonte familiar, son aquellas que logran crear un mundo, una nueva forma de ver el mundo. Eso es Shakespeare, es Dostoievski, Tomas Mann.»

«Un poco de disturbio de nuestra tranquilidad es necesario, de lo contrario no pasa nada.» La experiencia de la violencia en el arte es la capacidad de transformar. «La violencia interior de la obra no puede separarse, sin embargo, de la exterior, de la social, a la que la obra evoca. Una obra de arte debe ser un choque, una verdadera experiencia.»

ALGUNOS EJEMPLOS

Referiré, ahora, cuatro casos sobre arte que se basa en la violencia como reflejo de la sociedad, además de hacer su propuesta filosófica sobre la violencia.

En La naranja mecánica, la novela de Anthony Burguess y que terminó convertida en filme por Stanley Kubrick, presenta a la violencia como la caracterí­stica más reveladora del libre albedrí­o del ser humano.

Ciertamente, la libertad ha estado ligada con la bondad, la verdad y la belleza. Khalil Gibran, por ejemplo, definí­a que libertad consistí­a en elegir entre un bien y un bien mayor. Sin embargo, muy distinto es el libre albedrí­o.

El libre albedrí­o es esa capacidad del ser humano de elegir hacer cuanto le venga en gana. Y la violencia serí­a, pues, el mejor ejemplo. Hacer el mal, en vez del bien, significa que la naturaleza del ser humano es libre, y no condicionada.

En La naranja mecánica, pues, el conflicto central se basa en que el protagonista, encerrado en la cárcel por sus costumbres ultraviolentas, se somete a un plan el cual le cortará su posibilidad de hacer el mal. Lo hace con la finalidad de salir antes del plazo fijado de la cárcel. Sin embargo, este procedimiento, a pesar de que suponí­a «un bien» (ya que él no podí­a hacer el mal) se convertí­a en la peor violación de sus derechos. Sin duda, un mensaje bastante polémico, pero profundo. Es de hacer notar que Burguess escribió esta novela en reacción a que unos delincuentes habí­a ingresado a su hogar, lo amarraron y violaron a su esposa embarazada, quien consecuentemente perdió al bebé, escena que serí­a inscrita dentro de la novela, sólo que con variantes.

DESDE COLOMBIA

Colombia es, quizá, el paí­s latinoamericano que más sufrió por violencia en los últimos años. Y no es de extrañar que la llamada «novela de la violencia» surgiera de ahí­. Y, a propósito de novelas que se convierten en pelí­culas, Fernando Vallejo creó La Virgen de los sicarios, una novela basada en la relación homosexual de un hombre mayor con un sicario del narcotráfico.

La novela está llena de odio, el sicario es capaz de matar casi por cualquier cosa… bueno, quizá no tanto. El hecho es que la violencia que realiza es, hasta cierto punto liberadora. El asesinato iba en consecuencia de alguna justificación. Un mal servicio de un funcionario, venganza, hacer ruido, etc. Vallejo nos deja reflejarnos en esa novela, ya que estamos a un paso de llegar a matar casi por cualquier cosa; y no es exageración, porque si no, habrí­a que evaluar los bocinazos en el tráfico vehicular, los gritos encolerizados en las relaciones interpersonales, y otras reacciones violentas.

POR NATURALEZA

Otras dos pelí­culas enfrentan el dilema del porqué se es violento: El club de la pelea y Asesinos por naturaleza, enfatizan en el mensaje en que la sociedad es quien forma a sus propios violentos.

Por supuesto que todos quisiéramos que las fuerzas de seguridad capturaran ipso facto a todo malhecho, y que el sistema de justicia llenara cárceles, para que ¡por fin! se puediera empezar a «sanear» nuestra sociedad.

Pero esta sociedad engendra también la violencia, con las desigualdades estructurales, la pobreza, el hacinamiento, y otras tantas causas que los sociólogos se han cansado de enumerar.

Pero no sólo es violencia engendrada para la clase baja; habrí­a que revisar nuestro entorno cultural: la violencia verbal en los anuncios radiales, en las series de televisión, los dimes y diretes que los medios de comunicación hacen el favor de replicar; los juegos electrónicos que, incluso, emulan sangre; los cantantes que aseguran que hasta matarí­an por un amor, y un largo etcétera. ¡Qué más se puede decir! Sólo reflexionar que nuestra violencia no se resuelve, simplemente, con represión… se necesita un cambio cultural.

«Los bárbaros que todo lo confí­an a la fuerza y a la violencia nada construyen, porque sus simientes son de odio.»

José Martí­

«La violencia es el último recurso del incompetente».

Isaac Asimov

«Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia.»

Mahatma Gandhi

«La violencia es el miedo a los ideales de los demás.»

Mahatma Gandhi

«El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgo una conciencia. Y ahora ha llegado el dí­a en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro.»

Martin Luther King