La arrogancia es descrita como sinónimo de altanería y de soberbia. Es de considerar que es una manifestación de baja autoestima, debido a que las personas arrogantes se sienten en un nivel superior, considerándose clase aparte. Es posible que pertenezcan a un nivel socioeconómico alto, que académicamente hayan destacado, que compartan una diferencia que consideren en exclusividad con ellos mismos, por ejemplo, raza, religión, política, inteligencia entre muchas otras diferencias.
En ocasiones también refieren el término como un orgullo desmedido, no me encuentro a favor de ello, debido a que considero que el orgullo es la base de la dignidad humana y que la arrogancia deplora la humanidad de otros. Por lo contrario a la arrogancia, la persona orgullosa se centra en la realidad y lejos de desdeñar al otro, comparte de sí misma y de sus cualidades, logros y situaciones ventajosas con la demás gente. Tener orgullo es una manifestación de una adecuada autoestima. Y estas personas no tienen temor a que sus triunfos y logros se diluyan al ser compartidos. Aún más, mientras más acompañan y comparten con la demás gente, se genera una especie de retroalimentación positiva, en la cual se observan a sí mismas con un mayor fortalecimiento.
La persona orgullosa enaltece a los demás y con ello a todo lo bueno que se encuentra en el mundo. La arrogante, por lo contrario, trata de descalificar a los otros y disminuir sus alrededores. Su narcisismo le impide ser empático con lo humano y considerar el beneficio de fortalecer a otros y a la vida. Tiene una concepción de que el centro del universo se encuentra en sí misma y que nada es más importante que sí misma. Desprecia o ignora a quienes se encuentran por allí, a menos que considere que puedan servirle para elevar su estatus.
La persona orgullosa disfruta del bien de otros, saluda, enaltece y es capaz de ser cordial con las personas que le circunscriben. Su expresión facial expresa su actitud ante la vida. En cambio la arrogante, tiene cara fruncida, facies de muñeca, sonrisa mimética, algo así como que siempre estuviese estreñida y su cara lo manifestara. Las expresiones de emociones se encuentran muy controladas y casi invisibles.
Ciertamente sí nos enfurece o lastima de manera profusa la arrogancia de otros. También sería necesario preguntarnos ¿qué tan arrogantes somos? Que el espejo en el otro nos hace sentir furibundos. “La altanería y la presunción suelen ser indicadores de temor a quedar en ridículo frente a personas más preparadas. La envidia de los logros o de las pertenencias de otros puede llevar a las personas inseguras a mostrarse arrogantes para convencerse a sí mismos de que pueden hacer las cosas mejor y que merecen cosas más importantes que esos otros”. “Los individuos arrogantes tienen una preocupación obsesiva por su imagen pública. Si alguien los hace quedar mal frente a otros se enojarán fuertemente con esa persona”.
Y para concluir menciono algunas frases que van ligadas al tema desarrollado:
“Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse”. Gabriel García Márquez-escritor colombiano.